martes, 6 de octubre de 2015

Ganas de más

Abandonar todas las posesiones y seguir al profeta. ¿Para qué? Yo siento que la vida es un acto inútil, vivir no tiene ningún sentido, objetivo. Vivimos porque sí, y no es mejor, ni peor, estar muerto. ¿Por qué, entonces, perdura la vida? Por la misma razón que perduran las piedras, los planetas, los sistemas solares, las galaxias y todo lo demás. Porque se van complicando las cosas. Surgen fuerzas que atan las partículas unas a otras y esta unión de partículas genera nuevas fuerzas que a su vez las atan a otras uniones de partículas para formar sistemas, y así sucesivamente. Tal vez hubo otros intentos en los que no surgieron determinadas fuerzas y todo se deshizo en un instante. Tal vez aún otros intentos duraron un poco más y luego terminaron. La vida no tiene muchos visos de durar, ¡es tan frágil!, pero aguanta. La fuerza que gobierna la vida es el instinto de supervivencia. Todo ser vivo tiende a seguir vivo y hará todo lo posible por mantenerse así. Si no fuera por esa inercia no existiría la vida. Y nada más. Pero una vez que estamos vivos todo sigue complicándose. Se forman comunidades, por afinidad de cualquier tipo, y aparecen colonias, tribus, familias, sociedades, ecosistemas. Toda sociedad tiende a permanecer unida, incluso sacrificando algunos de sus miembros, esta es la nueva ley. Y sigue complicándose. Las sociedades muy sofisticadas «liberan» a los individuos. Nuevo nivel: pensamiento, razón, imaginación.
Esto debe seguir creciendo. ¿Cuál será el siguiente nivel después de un sistema social? La materia no da para mucho, al menos no permite imaginar más que una continuidad más o menos elaborada de lo que ya hay, siempre constreñida a los límites de la materia, de la carne, del instinto. El instinto de supervivencia está en peligro a causa de la razón. Urge encontrar salida a esto o la vida, al menos en la Tierra, habrá sido solo una pesadilla. No, no la vida, la raza humana (y todos cuantos se lleve consigo en el proceso)... estaba extrapolando, como siempre vida=nosotros. En cualquier caso, urge una solución, una nueva vía, una revolución, o no lo contamos.
Pero me desvié. ¿Adónde quería llegar? A profundizar en la inutilidad de la vida. ¿Qué es lo que espero? ¿Trascendencia? ¿Y eso qué significa? Significa liberarse de los estrechos límites de la materia, de los estrechos límites de los instintos, de los estrechos límites de los sentidos, de los estrechos límites de la razón. ¿Es posible?, ¿cómo saberlo? Solo sabemos que damos vueltas y vueltas sin avanzar hacia ningún lado –teléfonos móviles, televisión, drones, y hasta genoma humano y cura de la viruela o la poliomielitis, vueltas y vueltas–, que ya no es suficiente follar, comer, dormir, viajar, leer, tener poder o éxito –aunque esas cosas, entregándote, anulándote en ellas puedan hacerte no pensar en nada más, ¿será esa la única respuesta?–. Y que uno esperaría que hubiera algo más, pero ¿qué?, ¿hacia dónde mirar?, ¿hacia adentro?(está tan vacío, tan repetido, tan cambiante), ¿hacia arriba? (esos dioses ridículos). ¿Es, tal vez, toda esta reflexión, uno de los problemas de la razón: la imaginación que te hace creer, soñar, esperar más?, ¿hacerte concebir que podría haber algo más que esto? ¿Es solo imaginación esta gana de más?

5 comentarios:

  1. Oye, Riforfo, estaba pensado lo mismo en el instante en que me topé con tu entrada. Acabo de ver una película que se llama Chapie y hacia el final se insinúa que es totalmente posible descargarse en una máquina cuya vida útil no depende de un organismo degenerativo como el nuestro. La idea me picó: vivir para siempre. O por lo menos hasta que la humanidad deje de existir. Busqué un poco de información y me topé con que los científicos cognitivos ya están en eso. Y claro, ahí fue cuando me dije TS! ¿Y PARA QUÉ? De cualquier forma, si lograra tener vida eterna, tendría toda la vida para buscarle un propósito, por lento que este sea (recuerdo a los inmortales de Borges, como les era imposible morir, no hacían nada, solo estar ahí tirados en el desierto).
    Un abrazo!
    S.
    http://www.latercera.com/noticia/tendencias/2015/05/659-631398-9-que-tan-cerca-estamos-vivir-para-siempre-gracias-a-la-tecnologia.shtml

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  2. Pues, mira, eso apunta a mi idea de que el siguiente nivel de la humanidad es subir al ámbito del pensamiento. Relacionarnos solo en un ámbito onírico, de imaginación a imaginación y limitando la función corporal al mantenimiento. Algo así es lo que hacemos cuando nos comunicamos por internet, redes sociales, simulaciones de vida y toda esa pesca.

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    1. Coño, verdad. Hace rato que descargamos nuestra conciencia en las máquinas.

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  3. Hay demasiada preocupación por la muerte. Eso significa que para esos, a los que tanto les preocupa, la vida les resulta satisfactoria. Eso está bien. Yo, con demasiada frecuencia pienso que, para lo que hay, con una vida es suficiente. Y no es que quiera morirme, ni mucho menos, ni que no vaya a temer morirme cuando me llegue. Pero una vez muerto, si me preguntasen si quería volver y pudiera responder, más bien diría, no, déjame probar ahora esto, porque aquello no estaba para repetir. No sé, tal vez me mienta. Tal vez aún crea que si volviera a vivir aún podría vivir de otra manera, (y que esta no ha estado mal, pero con esta sensación permanente de sosería, de gasto innecesario) En fin. Todo elucubraciones para llenar blogs.

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  4. ¿Por qué un modelo de capas de vida sin límite? ¿Por qué buscar la transcendencia? ¿Por qué ni siquiera buscar un sentido? Demasiados por qué.

    Estoy vivo, y a pesar de los malos momentos, quiero seguir viviendo; con tal vez la necia esperanza de que en el fúturo hay algo que no querría perderme; y no deseo la eternidad, pero si pudiese vivir mil vidas, todas independientes y distintas, con tedio, dolor y placer, con o sin memoria las unas de las otras, ahora mismo firmaría el formar parte de esa vorágine reencarnacionista. Y no me importa ser innecesario, innecesario para aquellos que deseo necesiten mi existencia, incluso innecesario para mi mismo, me conformo con mi gloriosa prescindibilidad; con gozar y sufrir de mis intranscendentes ansias.

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