lunes, 19 de octubre de 2015

El miedo necesario

Hemos olvidado que somos gente. Que somos semejantes, que somos imprescindibles los unos para los otros. Lo hemos olvidado y ahora creemos lo contrario, que la Humanidad es despreciable, menos nosotros y unos poquitos más. Y los demás, solo instrumentos o estorbos para nuestras pretensiones. ¿Y cuales son nuestras pretensiones?, asegurar lo que ya tenemos y conseguir aún más, dinero casi siempre. Y con dinero quiero decir cosas: coches, casas, móviles, ordenadores, sexo, notoriedad y reconocimiento, amigos, familia, que nos consideren necesarios. Nos hemos olvidado de nosotros, de que somos gente. No nos ocupamos de eso, de nosotros, salvo cuando nos duele; si le duele al otro y se para, que deje paso, algo habrá hecho mal.
Admiro a la gente que lucha, que cree en los otros, que ve y se compadece de los otros y los ayuda, los acompaña y lucha por ellos, aunque a veces ni aquellos mismos luchen a su lado. Los admiro y no les comprendo. Y querría comprenderlos, estar dispuesto a abandonar esta única comprensión, justificación, de mí mismo. Si no fuera porque también yo he dejado de ver a la gente, de mirarles a los ojos y ver a un semejante que comparte conmigo la incomprensión de todo este absurdo. Si no fuera porque también yo les temo, y les odio, a veces, y les compadezco, pero a distancia, con miedo. Con miedo a que su sufrimiento mayor se abata sobre mí.
Celebrad este miedo, poderosos del mundo, temedlo si desaparece, ¡ay de vosotros si desaparece!

No hay comentarios:

Publicar un comentario