lunes, 29 de junio de 2015

Imputación

Esos cristales que son transparentes en una dirección y te dejan observar todo lo que pasa fuera, pero que en la dirección opuesta es solo un espejo y lo único que te permite observar es a ti mismo y a todo lo que hay en tu mismo lado, sin sospechar que detrás hay alguien mirándote actuar como si estuvieras solo, comportándote de esa manera secreta en que nos comportamos todos cuando nadie nos mira salvo nosotros mismos.
Y de pronto se enciende una luz y el espejo desaparece y descubres que todo el tiempo has estado siendo observado en esa tu intimidad que nunca habías desvelado a nadie –que probablemente no podrías mientras supieras que te están observando– y te sientes violado, traicionado, intimidado, temiendo lo que el observador haya podido descubrir de ti, como si hubiera entrado en tu interior sin tu conocimiento y pudiera interpretar a su gusto y sin tu control todos tus pensamientos y emociones más privadas, que lo hace poseedor, ahora, de un secreto robado, irrecuperable ya, y a ti culpable de no sabes qué imputación.

Y el del otro lado, el observador subrepticio, solo ha podido descubrir que tu único secreto es que no tienes ningún secreto que te distinga de cualquier otro y tal vez esa sea la más terrible de las imputaciones, la que más temes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario