jueves, 10 de abril de 2014

Narices


El principal problema al afeitarse es la irregularidad de la superficie a rasurar, no me refiero a la irregularidad a nivel de superficie, sino a nivel de planos. A menudo un rostro está organizado en diferentes planos, y precisamente en las transiciones de unos a otros, en los rebordes, con mayor o menor angulación es donde se presenta la que considero primera dificultad del afeitado. ¡Cuánto mejor sería que un rostro estuviera compuesto de un único plano regular! Pero el creador no lo quiso así y debemos, no conformarnos, conformarse nunca, rebelarse siempre, pero sí resignarnos a esa disposición.
Aunque hemos calificado a la anterior, como la principal dificultad, tal vez deberíamos reclasificarla como la más evidente, puesto que la segunda, que ahora mencionamos no es menos relevante: la existencia de irregularidades o singularidades en la superficie a rasurar. No nos estorban los ojos ni las orejas que son, para la mayoría de las personas, zonas fronterizas que casi nunca hay que traspasar (otra cosa dirán aquellos que tienen el hábito de rasurarse completamente el cráneo). Pero nadie puede negar que, a efectos de afeitado, la localización de la nariz y de la boca son un completo estorbo. No previó tal vez el Señor que el hombre derivara hacia este absurdo oficio antinatural de raparse el rostro contraviniendo su disposición de hacer crecer bello en la cara. Si lo hubiera hecho, en su infinita bondad confío hasta el absurdo, hubiera fabricado desplazables esos elementos para facilitar el afeitado. Y la boca, al fin, es un agujero y poco problema hay en detener el avance de la hojilla justo a sus bordes; ¡pero la nariz!, ¡oh, la nariz! ¿Quién no ha deseado durante el diario acicalado haber tenido la fortuna de carecer de esa cordillera nasal que en la mayoría de los casos no hace más que afear  una, de otro modo, homogénea pradera? La nariz es, sin duda, el mayor obstáculo de la cara de todo barbilampiño. Esta,y no otra, consideramos ser la razón de tanto bigote, la irresponsabilidad, o siendo benévolos, la pereza de no enfrentar las dificultades del afeitado particularmente en la franja supralabial; el temor, en los más exquisitos, al riesgo de un falso apurado justo en los bordes, al pie de las grutas nasales, que, con no poca frecuencia, en aquellos que nos empecinamos en realizar una impecable tarea, resulta dañada por cortes y pellizcos.
No nos dejemos vencer por las dificultades, amigos, ideemos nuevas y más ajustadas herramientas que nos ayuden en esta dificilísima tarea que, si bien tienen, en cierto sentido, la connotación de herejía al insistir en enmendarle la voluntad a nuestro Señor, no dudo que Él mirará con buenos ojos todo ímprobo esfuerzo, como todo padre responsable haría, en exigir nuestra cuota de libertad individual frente al exceso de protección de nuestro Progenitor Mayúsculo.  Amén.

1 comentario:

  1. No recuerdo dónde leí una vez que "bigote", su etimología, quería decir "dos dioses", cosa que ahora cobra sentido.

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