jueves, 6 de febrero de 2014

Prejuicios

Sí, tengo prejuicios. Creo que las cosas, las personas, son como creo que son la primera vez que las veo. Y esa primera impresión me lleva a aproximarme a ellas o alejarme de ellas según que esa primera impresión sea buena o mala. Y así me pierdo conocer posibles infinitos que se ocultan detrás de las cosas que considero banales y me tropiezo con banalidades que aumentan mi desilusión al descubrir que no eran como me las había querido imaginar. Pocas veces acierta mi intuición; y cuando lo hace, la proximidad de ese infinito -¡existe, oh sí, existe ese infinito!- me provoca tal vértigo que ya no olvido nunca la impresión.  No sé, no reacciono como debiera, como ese yo que querría ser para merecer ese infinito, y un día, se cierra la puerta, la puerta mágica que no sabes cómo se ha abierto ni por qué se cierra, y me quedo fuera, sentado en el suelo al lado de un muro sin puerta, en una calle cualquiera, sentado en el bordillo de la acera, jugando con un palito y tratando de no olvidar que no ha sido un sueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario