viernes, 31 de enero de 2014

Benjamin y el teatro o yo qué sé

Asistí ayer a una lectura del filósofo Francisco Amoraga y presentada por Daniel Barreto en el ámbito de las Conversaciones de Filosofía del Aula Manuel Alemán
Fui interesado por el título: “Drama e infancia. A partir de Walter Benjamin”, porque vengo intentando leer últimamente a este hombre. Lo de intentándolo no es un chiste, por la misma razón que Woody Allen bromeaba con haber, alguna vez, “ojeado” a Kierkegaard, yo no bromeo en absoluto cuando digo que “intento” leer a Benjamin.
Es el caso que recientemente me he impuesto la tarea de leer una biografía suya y al mismo tiempo echarle un vistazo a alguno de sus textos, y casualmente se me apareció por ahí el anuncio de esta conferencia y como a mí me gusta agarrar el tren de las casualidades a ver a dónde me lleva pues allí que me planté.

Y lo hice con buena voluntad. Dispuesto a aprender y a tragarme el orgullo y la vergüenza de saberme un completo ignorante en tantos ámbitos, sentimiento que se ve acentuado por la juventud y entusiasmo de los ponentes. Pues bien: no me enteré absolutamente de nada de lo que aquel muchacho leyó durante veinte minutos o más. Y cuando digo absolutamente de nada quiero decir que cuando terminó agradecí aquel silencio que Daniel, el presentador, sugirió tras la lectura. Porque representaba perfectamente cómo se había quedado mi mente.  Transcribo, a continuación, mis anotaciones mientras, lo aseguro, prestaba toda la atención que podía:
Silencio. Qué dirán, qué no dirán. ¿Quién es Levinas? Doctorado. Poeta, también es poeta. ¿Reflexión filosófica con niños? Lo que le lleva a Benjamin. ¿Pepe Alonso? Teatro Infantil proletario de Benjamin. Drama pueril. Se declara escritor, no poeta. Asja Lacis -una novieta de Benjamin. Desplazamiento del objetivo. Montiano Placeres – tiene una obra de teatro infantil. Las niñas y los niños. Corregir. Dramaturgia infantil comunitaria. Pedagogía de marcos … (se me fue) Adorno (el filósofo amigo de WB). Inteligencia estratégica. “Sueño de una noche de verano”. Germinar como consecuencia de ser plantado. Lee fatal, le roba con su lectura una parte del sentido de lo que dice. Me recuerda a esa verborrea esotérica de ...(olvidé el nombre, era Guy Debord) ¿De qué demonios está hablando? Violencia- obediencia. ¿No será solo literatura sin significado? “La cruzada de los niños”. Ya va por el nueve. La desobediencia de la ética dramática. La buena voluntad no es suficiente. ...(Termina la lectura)
¿Y ahora qué?¿preguntar qué? Tampoco tiene ni idea de qué es lo que ha escuchado. (Y sin embargo , el tal Daniel hizo un resumen y, de pronto, todo aquello, tuvo un sentido, ¿se lo inventó él o está realmente allí? )

En el turno de preguntas me di cuenta de que no había sido el único que no se había enterado de gran parte -en mi caso de nada- de lo que había leído el filósofo. Y sin embargo se entabló un debate sobre el teatro como herramienta de educación, tema que según suponían todos, era el central en lo que el amigo Francisco había leído. Yo saqué algunas conclusiones gracias a lo que escuché en ese turno de preguntas y a los limitados posos que la lectura de algún artículo de Benjamin me había dejado.

En primer lugar, en el artículo mencionado de Benjamin medio le entiendo que intenta establecer un instrumento formal (la escuela, por ejemplo, es un “instrumento formal” ) para enseñar moral. “Moral” viene a ser algo así como toda la parte de la enseñanza que no es instrumental, es decir, que no son recursos para que uno se desenvuelva con cierta suficiencia en nuestra sociedad: leer, escribir, sumar, restar, cuál es la capital de Chile, y cosas de esas. Moral vendría a ser toda la parte metafísica, es decir, la que está más allá de todo eso, yo qué sé, nuestro comportamiento frente a los demás, nuestra adaptación, tan complicada, a esto de tener una auto conciencia y tener que ir cargando con ella toda la vida, qué es lo bueno, que es lo malo, y por qué y por qué no... todo eso vendría a ser la educación moral. Resulta que Walter Benjamin dice que no hay manera de integrar toda esta educación moral en un sistema formal, simplemente porque por de pronto no hay un acuerdo preciso sobre qué es lo cierto y verdadero y qué no lo es en este ámbito. Lo que es bueno aquí es malo allí, las costumbres en el trato por este lado son ofensas en aquel otro. Total, que hay que buscar métodos alternativos para este tipo de enseñanza. Y héteme aquí que parece que el teatro vendría a ser una de sus propuestas de herramienta de aprendizaje -no he leído nada de esto por el momento. El concepto de “teatro” que se maneja aquí es algo mucho más amplio que eso que echan en el Cuyás. Alguien comentó que el teatro es una manifestación puramente democrática y se retrotrajo hasta los griegos, otro comentó que el ritual era puro teatro, pero un teatro que obedecía al poder y que aseguraba esa sumisión al poder. Y el propio conferenciante vino a decir que el juego de los niños es básicamente teatro, pues los niños asumen los papeles de seres imaginarios. Comenta alguien que la pérdida de capacidad mimética lleva a la violencia y yo pensé que precisamente en la escuela si a algo se enseña es a diferenciarte del otro, a competir con él para alcanzar mejores niveles de bienestar que se supone solo se consiguen por medio del trabajo, de la competitividad y la eficiencia realizando labores que es muy probable que no te importen un pepino en realidad, pero que haces porque “hay que hacerlas”. Alguien propone que precisamente esa carencia es la que lleva a que nuestras sociedades sean cada vez más violentas, lo que no sé muy bien si es cierto o no. Y si algo entrena el teatro es precisamente esa capacidad mimética.
Con la mención del juego como una forma de teatro me saltó una neurona como cuando se rompe una cuerda de guitarra y me dije: si ya los niños, de forma natural hacen teatro, ¿a qué viene buscar herramientas de aprendizaje basadas en el teatro? Quiero decir que el propio juego es el método de aprendizaje de los requerimientos morales que necesita un niño para desenvolverse en su sociedad. Y una vez que ya se aposentó una idea concreta en mi cabeza me di por satisfecho y me fui.
El resumen general vendría a ser que hay en marcha, y desde hace mucho tiempo, una crítica a la escuela como elemento de dominación, de adiestramiento, que proporciona una enseñanza castrada precisamente de esa enseñanza moral. Y que se hace necesario buscar mecanismos alternativos de aprendizaje/enseñanza que no sean tan rígidos y dirigidos como los tradicionales.
Después de esto me fui de jueves.

4 comentarios:

  1. Jajajaja, yo también he intentado leer a Benjamin.

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    1. Yo también traté de leerlo, pero me dije: qué mierda importa, si su apellido es al mismo tiempo un nombre, sin considerar las discordias por la pronunciación Gualter o Valter -esto ya de mis lejanos días del saxo de la doctrina-.
      Y yo digo que además estaría bueno saber la capital de Chile, porque coño, aquí viven los reyes del montaje: así nació la gamblerística.

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  2. Eh, no nos metamos en discusiones dialécticas. La capital de Chile es la que es y ahí no caben discusiones. Y en cuanto a la pronunciación del nombre el pavo, que lo mismos son dos nombres, y no sabemos nada del apellido, pues tampoco me pronuncio; y en cuanto a: ¡qué mierda importa!, ahí sí, ahí casi estoy completamente de acuerdo. Saludos.

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