viernes, 8 de noviembre de 2013

¿Y ahora qué hacemos?

Dice Rubén


Estas cosas quedan muy bien por escrito. Una verdad contundente: echamos a perder nuestras vidas por culpa de las obligaciones que nos imponemos o nos imponen a cuenta de vivir en la sociedad en la que vivimos, sujetos a sus condicionamientos.

Este tipo de textos son únicamente una salida de gases para aliviar la presión interna. Pero qué hacemos luego de leerlos o escribirlos y sentirnos muy identificados y satisfechos de la contundente verdad que acabamos de expresar o leer...continuar con nuestro trabajo, que muchas veces sentimos absolutamente inútil, salvo porque si no lo hacemos no nos pagarán a final de mes y no podremos tener una casa, un coche, un lavavajillas, una o varias cenas a la semana, cine, móvil, ordenador... y todo lo demás que nos sirve para quejarnos de la prisión en la que vivimos.
No nos atrevemos a dar el paso, no me atrevo a dar el paso, de bajarme y seguir andando.
Soy de los cobardes que han elegido vivir una vida que no deseaba a cambio de disfrutar de unos privilegios que en realidad, si no los tuviera, no estoy muy seguros de que fuera a echarlos de menos.

1 comentario:

  1. Como me siento directa e inevitablemente aludido en este post voy a comentarlo. Esas cosas suelo decirlas en el contexto de una queja (más o menos íntima, personal) por no disponer muchas veces de más tiempo para llevar a cabo los proyectos que a uno más le gustan.
    Los que tenemos en nuestras vidas una cierta faceta creativa que satisfacer, que sentimos profunda e irremediablemente la necesidad de satisfacerla, siempre estamos luchando (supongo) contra esa falta de autonomía y libertad.

    Para ser sincero, yo no estoy tan seguro de que no echara de menos esas comodidades, esas seguridades a las que uno (lo reconozco) ya se ha acostumbrado con el paso de los años.

    Uno puede crear y crea desde la seguridad y la tranquilidad de que mañana va a ir al trabajo y va a cobrar a final de mes, de que tiene las necesidades básicas cubiertas (y algo más), pero quizás ya no tendría la tranquilidad de leer los blogs literarios de mis amigos esta tarde (por ejemplo) si tuviese la incertidumbre de no saber si voy a poder pagar las f
    facturas el próximo mes.

    Bueno, no sé si me explicado suficientemente y con claridad, pero me alegra que mis reflexiones hagan reflexionar a los demás. Aunque sea para no estar de acuerdo conmigo. Un saludo, papirómano.

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