jueves, 25 de julio de 2013

Analfabeto

Voy leyendo por la calle y un señor me interrumpe el paso para felicitarme por tener la “osadía” de leer en público. Dejo de leer y lo miro inexpresivo: una estrategia de protección por si se trata de un pirado. En efecto, es un pirado y sigue hablando. Le parece que en los tiempos que corren leer se está convirtiendo en una actividad sospechosa y que leer en público como lo hago yo es casi una provocación heroica. Luego cambia de tema y se pone a hablarme de lo admirable que es mi capacidad de concentración, porque eso de caminar y leer debe ser muy difícil. A estas alturas ya me estoy temiendo que el final del discurso vendrá a ser algo así como “si me pudiera dejar al menos unas monedas”, y comienza a fastidiarme. Sigue por lo de que debo haber leído muchos libros, que qué libro estoy leyendo, etc.
No molesten, estamos leyendo
Y entonces la emprende con el fútbol. Que si el fútbol ha sustituido a la religión en lo de atontar al pueblo, que había gente que no se perdía un solo partido de fútbol y que se sabía la alineación de mil y un equipos, pero que nunca se había leído un libro, que si yo podía concebir tamaña ignorancia. Aproveché para interrumpirle: ¿Sabe que yo nunca he visto un partido de fútbol al completo?, ni uno. Pero es peor, yo nunca he jugado un partido de fútbol. Sí, tal vez le he dado alguna patada a un balón, pero lo que es estar en un equipo y jugar un partido de fútbol…nunca.  ¿Concebiría un aficionado al fútbol tamaña ignorancia? En realidad nunca entendí  ese deporte. Lo de perseguir a un tío que lleva la pelota para quitársela y llevársela a otro lado. ¿Eso no fomenta la enemistad entre las personas? Y que, digo yo, ¿no les pagan una cantidad tan enorme a cada jugador? ¿No podrían comprar más pelotas y que, no digo yo cada uno la suya, pero oye, que pudieran jugar todos? A estas alturas el hombre está perplejo mirándome. Yo me callo y lo miro a mi vez recuperando mi rostro impertérrito. Así nos miramos unos segundos uno al otro. Yo alzo mi libro, bajo la vista hacia él y continúo mi camino. Él, supongo, se queda allí mirando cómo me alejo. Y eso fue todo.

2 comentarios:

  1. Me gusta el texto. No sé si es real o inventado, o si tiene partes de real, y eso es todo un mérito. creo que al final quien tuvo miedo fue ese señor.

    ResponderEliminar
  2. No tiene nada de real. Es completamente inventado. No soy ningún loco que vaya leyendo por la calle. Y creo una vez jugué al fútbol.

    ResponderEliminar