martes, 23 de julio de 2013

No soy bueno. Soy malo. Soy ruin, fatal. Una mala persona, egoísta y cobarde. Con mala conciencia y sin voluntad. Soy untuoso, sudoroso y fétido. Soy lo peor.



No soy malo, soy como todos. Pero no soy un hipócrita. Tengo razón, siempre tengo razón, aunque a veces me equivoque, ¿no se equivocan todos? Me defiendo de la ferocidad de los otros pero soy sensible, tengo corazón.
Engaño sin rubor. Y después lloro, pero luego vuelvo a engañar. Nunca renuncio al botín obtenido con mis mentiras. No temo dañar porque no comprendo el dolor en el otro, solo en mí, ¡y cómo sufro!, ¡cómo suplico para que cesen de torturarme! No escucho a nadie y ¡qué solo me siento cuando no me escuchan! Necesito hablar, justificarme ante los otros, convencerlos de mi bondad. De que cuando soy malo es sólo por defenderme. Pero disfruto la venganza y siempre, siempre llego hasta el final. Desprecio a mis amigos, pero no se los dejo saber. Me aprovecho de ellos y no les doy nada salvo cuando yo mismo salgo beneficiado, y entonces les dejo muy claro cuánto me deben, lo que he hecho por ellos. No presto, vendo. No doy, intercambio. Recibo, y agradezco según qué y a quién. No me importa qué piensen de mí en el trabajo, no estoy allí para hacer amigos, sino para ascender. La única tarea que me interesa es la que el jefe ve, el resto que la hagan los otros. Me siento solo y siempre busco compañía. Pero no a cualquiera, si puedo evitarlo. No le debo nada a nadie. Nadie hizo nunca nada por mí; lo mío lo he conseguido yo solo por mis propios méritos. Y mis méritos son muchos. Por eso me tienen envidia, celos, rabia, porque soy mejor que ellos. Me rodeo de escogida compañía, siempre los mejores, los más guapos, los más ricos, los de más éxito, los más populares y ellos me reconocen como un igual, cómo va a ser si no, de otra manera no me merecerían.
Nunca he sido derrotado sino con trampas y engaños, aunque soy el más listo, y no me importa engañar, trampear para obtener una victoria, por pequeña que sea: estoy en mi derecho, todos lo hacen y el que no lo hace es un idiota que no merece respeto, por idiota. No amo a nadie, pero merezco amor, cuándo y hasta cuando yo decida. No comparto, y odio que me traicionen. En cuanto a mí, ninguna pareja puede atarme, soy libre.

3 comentarios:

  1. Me gusta el texto. Es universal en el sentido de que podría ser dicho en primera persona casi por cualquiera; y es mucho más preciso de lo que me gustaría reconocer.

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  2. Bueno, creo que exageras. Es cierto que no creo que nadie se atreva -con sinceridad- a excluirse de todo lo enumerado al completo, pero ¡asumirlo todo! eso es la perfección, pura soberbia porque la perfección no existe ni en el mal.

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  3. Esa soberbia encaja perfectamente con el resto de la declaración.

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