Y si un día de esos que te quedas despierto hasta altas
horas de la madrugada esperando que ocurra no sé qué y escuchando canciones que
te golpean el pecho con experiencias de otros que nunca viviste y que si acaso
te ocurrieron ni te diste cuenta de que estaban pasando, y si, como digo de
pronto amaneciera otro día, no el que debía amanecer en rigor cotidiano, sino
otro, como si, de nuevo sin advertirlo, como todo lo que te pasa, hubieras
atravesado no sé qué puerta y cuando sale el sol sabes que no eres el que
solías ser sino ese otro que has experimentado lejanamente ser durante la
noche, y el mundo fuera como lo has presentido mientras escuchabas las canciones y recuperaras la
juventud y las fuerzas –oh, sí– y ya no envejecieras jamás porque has
cruzado el umbral … y luego
te acostaras a dormir antes de que eso ocurriera y supieras que otra vez has
sido cobarde y has preferido continuar como siempre y lo que haces al día
siguiente es sacar una silla a la puerta.
Muy buena entrada, es un viaje metafísico éste de sacar una silla a la puerta; lástima que después todo siga igual
ResponderEliminarme gustó mucho el breve escrito; Riforfo; Gracias!;
Aquileana :)