jueves, 16 de agosto de 2012

Extractos de La Diosa Blanca, de Graves

Ningún poeta puede esperar comprender la naturaleza de la poesía a menos que haya tenido una visión del Rey Desnudo crucificado en el roble podado, y contemplado a los bailarines con los ojos enrojecidos por el humo acre de los fuegos sacrificiales, marcando el compás con los pies, los cuerpos toscamente inclinados hacia adelante y cantando monotonamente: "¡Mata! ¡Mata!" y "¡Sangre! ¡Sangre!"

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La Diosa Blanca es antidoméstica, es la otra mujer perpetua, y es ciertamente difícil que una mujer sensible desempeñe su papel durante muchos años porque la tentación de suicidarse incurriendo en la simple domesticidad acecha en el corazón de toda ménade o musa.

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