martes, 15 de mayo de 2012

La verdadera historia (quizás)


-        Mira, mira Pilatos, ese era el hombre.
-        ¿Cuál? ¿Aquel desgraciado que va por allí?
-        El mismo.
-        ¿Ese fue el que dio tanto que hablar hace unos años? ¿la bestia negra de los judíos? ¿el que se atrevió a meterse en el templo a decirles cómo tenían que organizar sus cosas?¿el de los milagros con los cojos que no eran cojos, los ciegos que no eran ciegos y la putas... bueno esas sí que eran putas
-        El mismo
-        ¡Llámale, llámale, nos divertiremos un rato!
Y llamaron a Jesús. Estaba avejentado. Habían pasado algunos años desde aquello.
-        ¡Eh, buen hombre!¿Quieres venir un momento? Acércate.
-        ¿Querían algo de mí?
-        ¿No eres tú Jesús, el de Nazareth?. Creo reconocerte...
Jesús responde un poco turbado...
-        Bueno... yo soy Jesús el carpintero...
-        Sí, sí, pero antes  te llamaban Jesus de Nazareth. ¡Te llamaban Rey de los Judíos!
Visiblemente incómodo, mirando al suelo, revuelve el polvo con el pié. Mira de reojo a los guardias pensando en salir corriendo, pero está demasiado viejo para esos trotes.
-        Eran otros tiempos... Yo era un idealista... Más joven... Cumplí mi condena...
-        ¿Ah, si? ¿Te condenaron?
-        Me crucificaron, señor.
-        ¡Caramba! Eso no es posible, estás vivo.
-        Es que resucité señor.
-        ¿Qué resucitaste? ¡No me digas! Pero entonces eras verdaderamente el hijo de Dios (burlonamente, mirando de reojo a su sirviente)
-        Usted lo ha dicho, su excelencia, no yo.
-        Pero entonces como es que no estás por ahí reinando con tu pandilla, cómo es que vas tan miserable. Según tengo entendido los tuyos cada vez van en aumento.
-        Sí, desde luego van creciendo, pero no son los míos... (fastidiado)
-        No te entiendo viejo, explícate (Pilatos comienza a mostrar interés y le suelta un sopapo a su criado que no hace más que reírle todo lo que cree que son gracias. Da unas palmadas y ordena que le traigan a Jesús un asiento y algo de beber) ¿bebes, no?
-        Si, un vinito de vez en cuando
-        Pues cuéntame, hombre, cuéntame.
-        Verá, todo iba según el plan previsto hasta que me crucificaron. Se iba cumpliendo muy bien y los muchachos, (los apóstoles... yo les llamaba así, ¿sabe usted?) se portaban como debían, con sus debilidades y sus cosas, pero todos dentro de las previsiones....
-        ¿Y qué pasó?
-        Pasó que las cosas se torcieron a partir del momento de mi muerte...(y quedó suspensa en el aire su mirada)
-        Sigue, hombre, sigue, no te pares...
-        En primer lugar Judas tomó una decisión demasiado precipitada.
-        ¿Quién es Judas?
-        Era, señor, se murió.
-        ¿Ah, sí? ¿Y de qué?
-        Se asfixió con una cuerda, señor. El otro extremos estaba atado a un árbol. Se conoce que resbaló mientras estaba limpiándola y...
-        ¡Pero ese hombre se ahorcó!, eso es lo que me estás diciendo ¿no?, se ahorcó...
-        Si, señor
-        Pues entonces dilo, hombre. ¿Y por qué tomó una decisión precipitada?
-        Porque él no era malo, en el fondo no hacía más que seguir unas directrices
-        ¡Ah! Ese fue el que te denunció seguramente
-        El mismo. Pero él no hacía más que cumplir con la voluntad de mi padre. ¿Qué podía hacer? Teníamos todas nuestras esperanzas volcadas en él. Era un hombre de iniciativas, él era la pieza más importante del plan después de mí... los demás sólo eran figurantes
-        Y se ahorcó
-        Exactamente. Y se torció el plan...
-        ¿Por qué? ¿Cuál era el plan, conquistar el mundo?, ¡porque el camino que llevan es el correcto!
-        No, no era ese el plan. El plan era cambiar la mentalidad del hombre.
-        Te entiendo amigo, Roma ha intentado eso mismo durante siglos, pero...
-        Bueno...sin ánimo de molestar... no es lo mismo...
-        ¿Cómo que no es lo mismo....? pero, sigue, cuéntame el resto.
-        Pues en cuanto eché el último suspiro se dieron la vuelta y se fueron a sus casas. Y al día siguiente, o al otro, cuando se les pasó el susto empezaron a discutir sobre quién iba a ser el jefe...
-        Qué me vas a contar, en Roma eso es el pan de cada día...
-        Hubo rencillas y cosas que no salieron en los papeles y cuando me les aparecí,... después de haber resucitado... (haciendo un gesto como para que recuerden que resucitó de verdad)
-        Ah, sí, sí, después de haber resucitado... ¿qué pasó?
-        Pues que no me hicieron caso. No me reconocieron. No tuvieron fe
-        ¡Qué me dices!
-        Lo que le cuento (Jesús ya está completamente entregado a la narración) y me echaron a patadas. Las mujeres tampoco creyeron en mí, pero al menos me recogieron y me curaron algunas heridas que aún tenía abiertas...
-        Sí, claro, después de lo que te había...mos hecho tenías que estar destrozado.
-        No, no crea, la cosa era que tenía que venir así, para que ellos vieran las heridas y creyeran, pero ni por esas. Se rieron un rato de mí, apagaron los cigarros en mis llagas y continuaron contando las monedas que ya para entonces habían empezado a recaudar entre los simpatizantes.
-        ¡Ah! Qué bandidos...
-        Y que lo diga. Estuve intentándolo varios días. Y hasta me presenté como un adepto, pero como no tenía ni un duro no me admitieron. Así fue como me metí a carpintero, como mi padre... el de aquí, digo, José
-        Sí, sí, claro, José (y mira Pilatos, a su criado para que también afirme)
-        Me separé del movimiento y traté de rehacer mi vida. Me casé y tuve hijos. La carpintería no da para mucho, menos mal que he conseguido un contrato con su excelencia para proporcionarle los maderos para las crucifixiones.
-        ¡Ah, ¿así que trabajas para nosotros? Me alegro, hombre, me alegro. ¿Y qué más sabes de esos que fueron los tuyos?
-        Pues ahí siguen, su majestad.
-        No me llames así, hombre, que todavía no se usa.
-        Disculpe
-        Vale
-        Pues ahí siguen. Parece ser que Pedro, bueno, se llamaba Simón, pero yo le puse el sobrenombre de Pedro por una cuestión que se me hace largo explicarle, pero que es una estupidez ahora que lo pienso. Pues eso, que Pedro tomó el mando y mandó, disculpe el jueguito, a los demás por ahí a publicar la noticia
-        ¿Qué noticia?
-        Que si yo he muerto por ellos, que si mi sacrificio no ha sido en vano, que si Dios les ha perdonado, que si la única salvación está en su ... en fin, mariconadas, ... oh, disculpe
-        No te preocupes, hombre... sigue
-        No hay mucho más. Empezaron a crecer. La gente, ávida de soluciones, se les reunió alrededor y como se veía que la cosa iba a más comenzaron a arrimarse también los arribistas...
-        ¿quiénes?
-        Bueno, un tal Pablo... ese es el verdadero artífice de todo esto.
-        Sí, creo que he oído hablar de él. También hace milagros ¿no? Cura ciegos...
-        Sí, sí, ciegos...
-        Lo que yo digo. Y experimenta unos trances que llaman mucho la atención.
-        Un falsario mistificador, su señoría, se lo digo yo...
-        No, si te creo viejo, te creo...
-        Pues el tal Pablo anda por ahí pregonando falsedades y engañando a quien se acerca a oírle. Según parece es muy rígido y una vez que entras en su organización, que por cierto, los muy hipócritas tiene un pez como símbolo y estoy seguro que hace años que no prueban el pescado, al menos la camarilla dirigente (nota del autor: presumo que en esos tiempos comer pescado era cosa de pobres y que lo bueno era hincharse a cordero asado) porque a los tontos que les siguen les darán mojama todo lo más
-        Sí, sí... (bostezando) te entiendo..
-        Le aburro, su excelencia, a mí también me aburre hablar de esto, discúlpeme.
-        No, no, si he sido yo el que ha insistido.
-        En seguida me voy, me acabo el vaso y continúo, que precisamente vengo del negociado y me han encargado ocho cruces para mañana.
-        Sí, sí, puro trámite, algunos ladrones y dos o tres palestinos que han estado dando la lata.
-        Pobres muchachos
-        Sí, sí pobres, suben a las cruces cantando, deben de venir de la banda de sumeria por lo locos que están.
Jesús se levanta despacito, saluda, agradece el vino y el descanso y se va
-        Adiós buen hombre, adiós, nunca pierdas las mañas, vuelve otro día (adiós pesao)
Fin


2 comentarios:

  1. Este relato me ha recordado las historias -que algunos califican de "obras menores"- de Eduardo Mendoza. Por ejemplo, "El asombroso viaje de Pomponio Flato", en el que el niño Jesús es ayudado por el protagonista del título a esclarecer un asesinato del que han culpado a su padre, José el carpintero de Judea.
    Humor irreverente para deshacernos de los fantasmas de esta ubicua crisis.

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