jueves, 1 de marzo de 2012

El estorbo de la razón


A menudo me veo –me despierto– percibiendo una realidad cualquiera: música, literatura, otro ser, un paisaje, y preguntándome: ¿qué pienso yo de esto?, ¿qué significa?, ¿qué siento?, e interrumpo el goce de la percepción simplemente porque no sé explicarme por qué gozo con ella. 
A veces es la razón una visita inoportuna, siempre prepotente, creyéndose con capacidad para explicarlo todo, imponiendo su criterio sobre lo que no alcanza, y, por tanto, limitándolo y recortándolo, para que encaje en él, reduciendo a sus medidas un infinito de sensaciones.

4 comentarios:

  1. Sí, a veces hay que dejarse llevar por el disfrute de los sentidos.

    ¡Un saludo y nos vemos mañana!

    ResponderEliminar
  2. Así es...
    Ahora te veo inmenso, no preguntes por qué...
    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
  3. ¿Por qué en tu blog a los comentarios se les llama "óbolos verbales"?
    La razón nunca podrá explicarlo todo. Esa aspiración totalitarista de la razón quedó abandonada hace mucho tiempo.
    Precisamente, casi toda la filosofía del s. XX se ha preocupado mucho de mostrar las limitaciones de la razón: Heidegger, Gadamer, Rorty, etc.
    Lo que tú propones es lo que defiende Alberto Caeriro en sus poemas: "Bastante metafísica hay en no pensar en nada (...) ¿El misterio de las cosas? ¡Qué sé yo lo que es el misterio! El único misterio es que haya quien piense en el misterio".
    ¡Viva Fernando Pessoa!

    ResponderEliminar