Hay días que no se dónde estás.
Me despierto y te miro las manos sorprendido. Salgo del pozo.
Es curioso cuán cerca puedo estar de ti y cuan lejos estoy efectivamente. Me parece que te conozco desde siempre mientras pasas a mi lado sin mirarme. Trastabillando alcanzo el espejo del baño y me quedo allí, mirándote, hasta reconocerme. Esta extraordinaria sensación de haber llegado desde otro, desaparece tras la ducha fría. Uno siempre es uno mismo tras una ducha fría.
Y mientras se produce la ducha, ¿dónde está uno mismo?
ResponderEliminar