jueves, 22 de septiembre de 2011

Una gran desgracia

No sé. Ella era muy amable. Yo nunca los vi discutir. Sí, se llevaban bien, vamos creo yo. No. Él era muy regular, entraba y salía a sus horas. Nunca. Yo nunca lo he visto entrar en ninguno de los bares del barrio. No, claro, a ella tampoco. Ella iba al supermercado y así. No, apenas, cuando nos cruzamos en las escaleras. Ya digo en la cola del supermercado. Es amable, pero no charlatana como esas que se les apagan las luces del zaguán y siguen hablando y hablando. No, saludar, unas palabritas y nada más. Sí, yo estaba limpiando y llegó el mensajero. Una caja grandita. No lo sé. Venía bien empaquetada. Ahora que lo dice sí, dos o tres veces coincidimos en la escalera después de eso y se la notaba, no sé, algo ¿triste?. Él igual. Lo veo cada día bajar cuando va al trabajo y luego al regresar. Siempre muy amable. No sé si más o menos. Menos no, yo creo. Fíjese, ahora que lo dice, algo le notaba yo, sí, más alegre, no sé, una luz distinta. ¿y dice usted que él estaba en la cama con esa muñeca desinflada?. ¡Un cuchillo!.  Y él muerto, claro. ¿Llorando?. ¿Por ella?. No me diga. Estará loco. La pobre. No sufrió. ¿lejía?. ¡Qué mujer! Una gran desgracia. Una gran desgracia.

2 comentarios:

  1. Mi más sentido pésame por su cercana perdida. ¿Puede usted indicarme si piensa incinerar o enterrar a su muñeca? ¿Y dónde se realizará la ceremonia?

    :P

    ResponderEliminar
  2. Después de leer este pequeño relato me queda aún más claro el dicho popular "El que no se consuela es porque no quiere".

    ResponderEliminar