Ulises nunca arribó a Ítaca:
se ahogó en la playa de las sirenas,
no quiso atarse; en verdad,
no fue tan prudente como sus consejos.
Ulises nunca arribó a Ítaca:
Circe era tan hermosa,
le amaba tanto,
y aquellos cerditos retozones eran tan simpáticos.
Ulises nunca arribó a Ítaca:
cayó defendiendo a sus compañeros
de la feroz voracidad de Polifemo.
Ulises nunca arribó a Ítaca:
murió en el camino, soñando con volver a casa,
abrazar a Penélope
y llegar a tiempo para enseñarle Telémaco
a montar en bicicleta.
Las variaciones que has escrito sobre la vuelta de Ulises a Ítaca se han convertido en un filón para tu pluma. Me ha gustado este pequeño poema sin rima, como prácticamente todo lo que llevas publicando en los últimos 2 meses.
ResponderEliminarTambién a mí me ha gustado, sí señor.
ResponderEliminarLa verdad es que según parece, Ulises nunca partió. Se quedó con su mujer. Aburrido mortalmente viendo los días pasar y todita la Odisea se la inventó.
ResponderEliminarPobre tipo, al menos tenía imaginación.
Hay mujeres malas que disfrutan destrozando los sueños.
ResponderEliminarLo sé si te has dado cuenta, pero acabas de echar por tierra dos mil quinientos años de historia y de cultura. Si Homero levantase la cabeza...
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