martes, 2 de agosto de 2011

Juan Hidalgo y Ron Gorchov

He ido a ver dos exposiciones. La primera es la de un tal Ron Gorchov. Su característica principal es que no usa marcos cuadrados. Tiene matados los bordes. Y tampoco son planos. Se las compone el hombre para que queden alabeados. Tan importante es esto que en una de las salas se exponen dos grandes vistas de un dibujo técnico de sus marcos, además de algunas fotos de los mismos. En cuanto a lo que pinta: un color de fondo más o menos uniforme, bastante avejentado y estropeado, dejando ver roturas y blancos en el color, no sé si debido a los años de los cuadros o a voluntad del propio pintor. Y sobre ese fondo, generalmente, dos formas, una frente a otra, del mismo color y con un aspecto de judía. Tal vez sea relevante la forma de las formas, tal vez sea relevante el alabeado de los marcos, tal vez sea relevante el contraste de color entre las judías y el fondo. Tal vez sólo sea relevante que el tipo haya construido todos esos marcos y pintado todos esos cuadros iguales y alguien haya considerado que merecían exponerse. La conclusión de esta visita es que uno sale lleno de talveses.

En el mismo edificio, el CAAM de Las Palmas, había otra muestra retrospectiva de Juan Hidalgo. Puedo enumerarla, aunque no con exhaustividad: Una silla bastante rústica con un par de guantes viejos reposando en el respaldo, un piano negro con una bandera española pintada cruzándole de delante atrás, una alfombra -¿azul? - sobre la que la que habían tres - ¿cuatro? - grupos de tres piezas de diferente tamaño, siempre las mismas: un tetraedro, una esfera y un cubo, fotografías del propio Juan Hidalgo, algunas de culo metido en un yacusi, fotos de pollas, una composición de fotogramas de películas porno gay, pollas variadas metidas en vitrinas, una magnífica fotografías de tema floral que me recordó una estampa japonesa – no una en particular, sino una genérica - ¿he mencionado las pollas?, un señor y una señora, otros señores, alguno se repetía y supongo que se trata del compañero de JH, una composición de fotografías de perros callejeros tomadas en diversas partes del mundo, una pieza de madera con forma de marco con bolas de billar encajadas en la madera, una fotografía de un insecto verde – ¿sobre un fondo morado? -, una foto de un tío desnudo enfundado en una gran bolsa de plástico a modo de condón, otras fotos del mismo tío con la bolsa a modo de capa, etc, ¡ah, sí!, una ratonera clásica montada, pero no sobre un queso sino sobre un pan, y una bola de mundo metida dentro de un condón, que yo apostaría usado y sin lavar, colgando de un hilo y dentro de una vitrina, pollas, y, para finalizar, por agotamiento de la memoria, unas hileras de corbatas atadas unas con otras colgando desde el techo y otra de tules.

En otro tiempo, creo que en el 98, asistí a una retrospectiva de JH y salí fascinado de la sala. Me pareció que todo aquel conjunto estrafalario de objetos conformaba una especie de lenguaje, o, al menos un conjunto de símbolos que se predisponían para conformar un lenguaje a falta de conocer las reglas que los combinaban para descifrar lo que quiera que estaban comunicando. Me pareció que aquello era una puerta a un mundo paralelo que apenas conseguía atisbar pero del que aquella mezcolanza era un testimonio. Y salí eufórico de la sala como siempre que alcanzo a adivinar que existe un mundo paralelo a esta realidad estúpida, inútil y vacía.

En esta ocasión no disfruté de esa epifanía, me estaré haciendo viejo.

4 comentarios:

  1. Pues yo he tenido la oportunidad de ir a ver este verano la exposición de Antonio López en Madrid.
    Salí fascinado por el universo personal de este autor que pinta y esculpe cosas en principio bastante prosaicas, pero de una forma muy personal, que es precisamente la cualidad que -supongo- separa al artesano del artista.
    Salí encantado de la exposición. A Antonio López ya lo había visto en otras visitas al Reina Sofía, y también en aquellas ocasiones me había gustado, pero esta retrospectiva está genial y ofrece una panorámica amplia y bastante exhaustiva -en mi modesta opinión- del autor.
    En la Oficina de Turismo de la Comunidad nos dijeron que la exposición no valía mucho la pena (?), a pesar de la publicidad que le han dado en todos los medios. A pesar de las advertencias, decidimos ir a visitarla aunque nos llevásemos un fiasco.
    En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, me alegro de que se equivocaran.

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  2. Es que con el tiempo, todas las barrocas se mustian ;)
    Desde luego, después de lo leído, si hay que elegir, es preferible gastarse las perras en el billete e ir a Madrid a ver a Antonio López. ¡Menuda descripción de la exposición en el CAAM!

    Me alegro de leerte Rubén, que este agosto me estaba pareciendo una estancia en el desierto.

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  3. Supongo que podría haberlo vendido mejor. Pero entre Juan Hidalgo y Antonio López todavía me sigue fascinando más JH, aunque AL pinte magníficamente.

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