lunes, 6 de junio de 2011

G 21 Nuevos Novelistas Canarios

Después de asistir a la presentación del libro G 21 Nuevos Novelistas Canarios me he quedado deprimido. Me he quedado deprimido porque me ha parecido asistir a una fiesta desde fuera. Mirando desde la calle las luces y el jolgorio interior, como creo recordar o tal vez invento, relataba Quesada en sus paseos por la Alameda de Colón mirando hacia los balcones del Gabinete Literario (Puede que se encuentre un relato parecido en Crónicas de la ciudad y la noche). Tengo a menudo sueños de este tipo, sueños de exclusión, podríamos llamarlos, en los que yo, en medio de un montón de gente, todos ellos conocidos, me encuentro al margen, impotente para conseguir mezclarme con ellos, ser uno del grupo, estar entre todos como uno más. Porque he visto que en aquel grupo de escritores había una camaradería, una afinidad envidiable. Y yo no estaba allí sino como espectador distante, soñando todo aquello que era como quisiera que hubiera sido y yo. Pero yo no estaba y se veía mi hueco, como en el poema de Zitarrosa (esa parte final de Guitarra Negra), mi respiración que falta, mis manos en la pluma, mi lengua en el discurso. Y no me cabe duda de que invento, de que sueño y de que en el fondo todo era real, es decir, con sus matices y sus contras, seguro. Se habló de algunas voces, externas, discordantes, que se quejaban por no haber sido escogidos, o que desde su altura, paternalmente, daban consejos bienintencionados con retranca. Pero yo lo recuerdo así, como don Aníbal Troylo recordaba su barrio con las estrellas titilando como si fueran manos amigas que dijeran “Gordo, Gordo, quedate aquí, quedate aquí”. Y me fui sin siquiera dar a firmar el libro. Casi huyendo como si me sintiera culpable de no haber estado entre ellos.
Y al llegar a casa intento escribir algo, lo que sea, que valga la pena, para sentirme merecedor. Para merecerme haber sido uno de ello y poder quejarme dignamente, hacer uso de mi derecho de queja de “Gran Hombre Incomprendido” que describe Fernando Gonzalez Ochoa. Pero no sale nada. Porque no hay nada, me digo desesperado torciendo peligrosamente hacia la autocompasión. Y entonces miro a la gorda y le recrimino ásperamente: es tu culpa, tú me has limitado para ser. Y ella desde la cocina, que ha escuchado el murmullo, pregunta qué estoy murmurando aquí, y le digo que nada. ¿Qué va ella a tener que ver, pobrecita mía? Yo era ya así de antes. De antes de nacer. Si alguien ha limitado a alguien no has sido tú. Y a ella se le cae un plato al suelo pero no es porque me esté escuchando, sino porque se distrajo con el perro que está revolviendo la basura. Y escribo todo esto a ver si es algo, pero no estoy seguro de que no sea más que eso, autocompasión recalcitrante pero en alta voz, que es la peor de las autocompasiones, la autocompasión que dice de sí misma no querer serlo pero lo es y en voz alta para que todo el mundo la oiga y diga:¡joder, qué tío! no se muy bien en qué sentido, y yo quisiera que fuera en el sentido de se le escapan los versos de las manos (Esenin) hasta cuando vomita, pero también será en el sentido de jodido llorón ya cállate.
He estado varios días tratando de escribir una reseña de esta presentación que me ha parecido tan trascendental, en mi sentir particular, compréndase, como la exposición de Juan Hidalgo en el CAAM (qué año sería) o la muerte de mi madre. (2006) Pero no se me ocurre nada relevante que escribir teniendo en cuenta que no he leído el libro porque se quedó en el portabultos del coche de JJ que dejó en el aparcamiento porque nos vinimos caminando para ser escrupulosamente respetuosos con la normativa de tráfico. 

4 comentarios:

  1. Libros sin firmar y amigas de primas a las que se les trata como si fueran transparentes. Vas acumulando agravios a la vida. Pero debes escribir otra reseña en donde pongas algo de G21 o quitar la foto de ésta y poner la tuya, porque esta entrada no tiene que ver sino contigo, con tu ego mastodónticamente empequeñecido que la agobia.

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  2. Pero yo he de buscar por los rincones
    tu alma tibia sin ti que no te entiende.

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  3. Como usted ya sabe, amigo Riforfo, "el arte es largo y además no importa"

    ¡Un abrazo!

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  4. Querido Riforfo:
    Todos hemos experimentado alguna vez una sensación, si no idéntica a la del narrador del texto, al menos similar.
    Para empezar, yo también le pondría otro título a la entrada, porque no tiene nada que ver con el tema.
    Y también aprovecharía tu asistencia para hacer una verdadera reseña del evento, ya que congregó a tantos novelistas distinguidos y fue tan ameno y jovial.
    En cuanto al tema de la entrada en cuestión, creo que el narrador del texto quizás no valora suficientemente sus logros (sus textos son muy buenos, con una voz muy original), su bagaje(como se muestra en la cantidad de citas que contiene el texto) y, sobre todo, sus posibilidades (entre otras, las que le ofrece este mismo blog).
    Aunque sea un tópico, lo demás es cuestión de perseverar. Y de un poco de fortuna.

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