lunes, 20 de junio de 2011

Don Juan

Hay que desmitificar la penetración en las relaciones sexuales. Y hay que mitificar, en cambio, el cortejo. Afirmo que la verdadera práctica sexual es esa. Porque disfrutar de ella es fruto de una verdadera habilidad y se va perdiendo la capacidad de recuperar ese goce con los años y la experiencia de vida.
De repente he comprendido a Don Juan. Al verdadero Don Juan lo que menos le interesaba era tener encamada a la víctima. Recibía el placer del acto de la conquista no del acto sexual.
Hay quien afirma que Don Juan era impotente, tal vez, pero eso es tan relevante como confirmar que, en efecto, tampoco hablaba inglés. Algunos considerarán de crucial importancia estos hechos, si no hablaba inglés no podía ligar con extranjeras, si era impotente, no follaba. Sin embargo, eyaculase o no, Don Juan disfrutó de todas las mujeres a las que conquistó. Se sentó a su lado, observó muy de cerca el rubor que su presencia les causaba, les susurró al oído, sintió la tensión de su bello, les robó un beso, insistió discretamente frente a su débil resistencia, y mientras, su corazón saltaba de lado a lado del pecho, su sangre circulaba al revés, su piel se erizaba y el cuerpo todo se le electrizaba.En cuanto ellas se dejaban caer de espaldas alzándose los vestidos y gritando desesperadas ¡FÓLLAME!, el denegaba amablemente la invitación y se retiraba. He aquí el ultraje que les causaba y no otro.
Tan sólo Inés mantuvo su recato. Porque la resistencia de Inés era calculada. Don Juan descubrió que Inés también disfrutaba y que lo menos que deseaba era que él se sacara la minga y la flagelara con ella. Más tarde Don Juan supo que Inés había tenido muchos pretendientes y comprendió. Cada uno de ellos la había cortejado como él, aunque no con tanta maestría, e Inés se había dejado cortejar por cada uno de ellos hasta extremos de finísima sutilidad que sólo ella sabía manejar. En cuanto empezaban a perder la sangre los largaba. Ya había obtenido de ellos todo el placer que podía extraerles. Don Juan comprendió que Inés jugaba a su juego.

6 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo. Es el cortejo y no el sexo el que nos hace sentir toda clase de satisfacciones al intentar conquistar a la pareja. En el momento en el que ya no sentimos goce en la conquista y esta pasa a ser un fastidioso preambulo a la eyaculación perdemos la capacidad para enamorarnos y consecuentemene la de enamorar a otros.

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  2. Comparto absolutamente la frase del Calamardo "En el momento...enamorar a otros". Me parece una frase brillante porque resume estupendamente la situación. Pero puntualizo que no porque el cortejo (mejor que conquista) sea una fase placentera y extraordinaria haya que menospreciar el remate de la faena como parece que se quiera dar a entender tanto en el texto principal como el comentario aludido. Ser impotente o no tiene importancia. Do you understand me?

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  3. FE DE ERRATAS: Quise decir "Ser impotente o no, tiene importancia." y también "...tanto en el texto principal como en el comentario aludido."

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  4. Nada más lejos de mi intención que despreciar los orgasmos. El orgasmo es importante, tanto el propio como el ajeno. Por otra parte, ambos se pueden conseguir sin eyaculación mediante, ..., aunque la eyaculación también está bien, sino fuese así la masturbación no sólo sería un vicio, sino además una estupidez.

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  5. ¡Ah, Si! tú estás hablando de la eyaculación interior practicada por Fernando Sanchez Dragó, mediante la cual consigues que el Chi se reabsorba a través de las chacras y revitalice de energía el sistema límbico que resulta absolutamente esencial para alcanzar un estado de conciencia superior.

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  6. Qué nivel, Dios mío. Tanta eyaculación, tanta masturbación, tanto cortejo...
    Me gustaría saber qué es lo que están ustedes leyendo últimamente.
    Juanjo: para que veas la importancia de una coma que puede jugarte una mala pasada.
    Yo, como Juanjo, si he de elegir, prefiero el paquete completo, con perdón.

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