martes, 30 de noviembre de 2010

Por una pipa

Cuando llegó Augustus, me acerqué a él evitando a la viuda. Parecía muy afectado. Nos saludamos.”No puedo creerlo todavía, ¿por qué lo habrá hecho?”, dijo. Yo le conté lo que sabía, que ella le engañaba, por eso lo había hecho. Augustus mudó de color; al igual que yo, no podía creerlo. “¿Cómo lo sabes?”, me preguntó. Le conté que, la noche anterior al … acto, Franz había hablado conmigo. Agitaba histérico y cubierto de lágrimas aquel papel en la mano. “Pero,  ¿qué papel?, ¿qué papel?”, me interrumpía Augustus excitado. Nunca pensé que le afectase tanto la muerte de Franz, de hecho creía que se evitaban desde hacía un tiempo. “¡Una carta!”, concluyó por su cuenta. Y noté la palidez de su rostro. “No”, le dije, “no era una carta, sino una factura”. La sorpresa le volvió a cambiar la cara, ahora estaba completamente perplejo. “¿Una factura?”. Sí, por una factura se había matado Franz. Por una simple factura que había encontrado en el bolso de su mujer. Una factura por una pipa de espuma de mar. “¿te imaginas?”, concluí. Pero en ese instante Augustus había dado un paso atrás y se había echado mano al bolsillo como protegiendo algo que allí llevaba. Nunca entendí aquel gesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario