martes, 28 de octubre de 2008

Los hermanos karamazov

Estoy leyendo "Los hermanos Karamazov", de Dostoievski. Hace mucho tiempo vi una película americana en la que Yul Brynner hacía de Dimitri. Me emocionó mucho el padre humillado por Dimitri delante de su hijo y decidí que algún día leería el libro. Ahora estoy en esa parte del libro:

Alexey, que va camino de la casa de la Khokhlalova, se tropieza por el camino con una pandilla de chiquillos que apedrean a otro. El otro se defiende fieramente. Alexey se pone de su parte, y sin embargo, cuando el chiquillo le reconoce como uno de los Karamazov, le arroja una piedra que le golpea en el hombro. Aún así, Alexey que es un sant0, va tras él para ayudarle cuando una pedrada de los contrincantes le pega en el pecho y el niño huye llorando.
Al aproximarse al chiquillo, este le rehuye, y en un momento de despiste le muerde en un dedo. Alexey no comprende por qué el niño le tiene tanto resentimiento.
Cuando llega a casa de la Khokhalova se entera de la razón. Dimitri, en un rapto de furia por una determinada razón, agarra al padre del niño por la barba y lo arrastra por la calle. El niño, que se encontraba junto a su padre en ese momento, observa el humillante espectáculo y suplica a Dimitri que deje de maltratar a su padre, pero Dimitri le ignora. A causa de la humillación pública de su padre el chiquillo es vejado en el colegio.
Alexey, obedeciendo a Katerina Ivanovna, visita la casa del niño para llevar un donativo a la familia que es muy humilde y ella, como prometida de Dimitri, se siente responsable de su desgracia. Allí se encuentra con un espectáculo desolador: una mujer loca, una hija tullida, y otra hija amargada que debe cargar con el peso de la familia. El donativo, que al principio parece ser aceptado, es rechazado con orgullo. La verdadera losa que pesa sobre la familia no es la pobreza sino la humillación.
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Me sorprenden los monólogos en esta escena, sobre todo el de la madre, pero el del padre también mientras habla con Alexey fuera de la casa para que el niño no sea testigo. Son monólogos completamente esquizofrénicos, sin sentido que desvarían de un tema a otro, pero desgranando a gotas el contenido significativo. Algo debe gustarle a Dostoievski este tipo de expresiones, pues también a Feodor Paulovich, en una de sus borracheras le hace desvariar de esa manera.
La descripción de las condiciones de vida de la familia es desoladora, pero aún así queda patente que el mayor dolor es la humillación infligida por Dimitri. Sobre todo es enternecedora la relación del padre con el hijo: el sufrimiento del hijo por lo que le ha ocurrido a su padre y el sufrimiento del padre por el padecimiento del hijo.

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