miércoles, 25 de junio de 2008

La Izquierda

Me atrevo a decir que yo siempre me he considerado "más bien de izquierdas". Pero qué significa ser de izquierdas. No basta con que te causen desasosiego determinados políticos de derecha que te lleve a defender a sus opuestos a pesar de que estos...
Después están las famosas trampas dialécticas ¿cómo te dices de izquierda y tienes una cuenta en el banco? y cosas así.
Tengo claro que la derecha no defiende los intereses de la gente, sino los del capital. Para los más honestos, al defender al capital se defiende, aunque de manera indirecta, a la gente. Para los menos, defender al capital es defender los propios intereses.
Veo también en la derecha una defensa encendida del privilegio. Tratar de convertir un simple favor en un derecho en defensa del cual se realizan verdaderas atrocidades. Lo peor de todo es que observo una defensa del concepto; un privilegio, para seguir siéndolo, no puede ser compartido por todos. Y por lo tanto veo en la derecha un esfuerzo por mantener una situación de desequilibrio que permita al privilegio seguir siéndolo.
Pese a que muchas veces caiga en debilidades de supervivencia sé que, al menos, no quiero ser o comportarme con una actitud de derechas: procuro pagar los impuestos sin discutirlos demasiado, mantengo a mi hija en un colegio público, no abuso del consumo, trato, mínimamente, de estar al tanto de la situación política, evidentemente no llego a ser una persona "comprometida".
Pero sigo sin saber realmente qué es ser de izquierdas, formalmente, cuales son los objetivos de una política de izquierdas. He leído un artículo de [un tal] Josep Ramoneda (El país, viernes 20 de junio de 2008) que apunta algunas claves. Aquí algunas frases que he subrayado:

Desarrollar una identidad autónoma o una relación positiva consigo mismo.

Qué tipo de sociedad se piensa.

Plena Realización Personal.

Autogobernarse. Crear las condiciones para que esto sea posible y asegurar que seguimos siendo una sola humanidad.

Que las instituciones no humillen a los ciudadanos.

Gobernar para el reconocimiento de todos.

Progreso y cambio social.

¿Dónde está el progreso?

No confundir los instrumentos con los fines.

Crecimiento ¿para qué?, competitividad ¿para qué?

Sintonizando con los sectores sociales que pueden devolver a la política la capacidad normativa que ahora está en manos del dinero.

El reconocimiento debe sustituir a la lógica de la política asistencial.

Luchar contra todo aquello que obstaculice la autorrealización del individuo.

Otorgar cierto amparo.

También en este terreno [nacionalismos o religiones] tienen que ser efectivas las políticas de reconocimiento, sobre la base del pluralismo y de la crítica a la fractura multiculturalista.

La izquierda tendrá siempre inevitablemente una dimensión cosmopolita.

La izquierda no puede caer en la trampa de explotar el miedo de los ciudadanos convirtiendo la seguridad en ideología.

No puede reducirse la seguridad a un sentido policial y militar.

Un marco de garantías comunes.

La izquierda debe ser radical en la defensa de la democracia.

No puede abandonar la idea de justicia social.

Los impuestos no son un fin, son un instrumento. La calidad de servicios y la distribución de la carga impositiva es lo que determina el sentido de una política.

El derecho a un mínimo social garantizado.

Estamos en una dinámica de cambio y la izquierda debe intentar orientarla, procurando que ésta no signifique la marginación definitiva de millones de personas.

Creo que el principal inconveniente de la izquierda es la gente. Cada vez que pensamos en la humanidad como un todo no vemos más que una panda de salvajes afanosos por acaparar, destruir, ensuciar. Con estos presupuestos, ser de izquierdas se convierte en un esfuerzo constante por superar esta repugnancia por la humanidad confiando en que estableciendo unas determinadas condiciones de igualdad, de seguridad, de confianza, nos comportaremos un poco más civilizadamente.

La derecha en cambio ha perdido toda esperanza o ha establecido que la condición humana no tiene alternativa y que sólo deben salvarse los más aptos para la supervivencia creando y manteniendo precisamente las condiciones para las cuales ellos puedan permanecer siendo los más aptos.

Creo que es una lucha inútil, el sistema de derechas cada vez requiere levantar muros de separación más espesos que mantenga fuera a las masas desesperadas. Pero por más policías, más vallas separadoras, más edifícios emblemáticos que construyan estas masas acabarán por desbordar las contenciones y comerse sus privilegios y a ellos mismos, a nosotros. Es por ello que creo más en una política integradora, orientada hacia la gente, en la que la economía, el capital, sea un recurso para alcanzar ese fin de igualdad de bienestar por muy diferentes que seamos.

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