Muy al contrario de lo que parece suceder con las obras de las "bellas artes" o con las piezas clásicas, la obra de vanguardia no se produce con la intención de ser interpretada, sino con la finalidad de producir un impacto y de agotarse en ese choque, al tiempo que rechaza cualquier otra consideración, y especialmente, cualquier tipo de recepción basada en su "belleza" y asociada al "placer" o a la fruición, por una parte, así como , por otra, a toda pretensión de quedar o permanecer más alla del instante de su emisión como algo duradero, como parte de las "obras eternas" coleccionadas en los museos.
(Prólogo a La Sociedad del Espectáculo, de Guy Debord, introducción de Jose Luis Pardo)
(Prólogo a La Sociedad del Espectáculo, de Guy Debord, introducción de Jose Luis Pardo)
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