lunes, 10 de marzo de 2008

Tetas


No hay arte como las tetas. Por más vistas que uno las tenga siempre mantienen su seducción. Yo no aprecio demasiado la escultura, no acabo de captar la esencia de las formas, pero en este caso es una excepción extraordinaria. Las formas de los senos recogidos en el sujetador, el canal del escote, esas camisas tirantes heroicamente mantenidas por un botón que se agarra con todas sus fuerzas al ojal de enfrente para contener la catarata de carne que parece querer desbocarse. Esa visión siempre repercute en mi interior con torrentes de deseo, de angustia, de promesa de placeres inalcanzables, de paraíso.
No ejercen la misma fascinación unas tetas al aire, bamboleándose, saltando arriba y abajo, al natural. En este caso son una simple realidad morfológica mientras que como arriba descritas son un objeto estético fascinante inagotable.

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