jueves, 4 de septiembre de 2025

La península de las casas vacía, de David Uclés

 Para no quedarme descolgado de la actualidad literaria, de vez en cuando leo (y algunas veces compro) un libro de más o menos actualidad. No elijo mucho, me dejo impresionar, porque elegir usando los criterios comunes siempre es una desilusión. Está uno harto de los mejores autores del momento,  de las novelas más importantes de los últimos tiempos, de los sin duda candidatos al premio noble

Y en cuanto a las reseñas de las contraportadas, habitualmente demuestran con la mayor desvergüenza no haberse leído el libro antes de haberlas escrito. En este caso, por fortuna no parece así. Y de todas maneras basta con la nota de Ian Gibson, que, sea o no verdadera, alienta a leerlo: “Estoy asombrado y agradecido”, dice porque la novela le ha conmovido. Y uno se acuerda todo el rato de esa conmoción leyendo la novela y la confirma. Conmoción no solo en el sentido de impacto, sino también de ternura, de compasión que hay en la manera de abordar el tema.

No sabía nada de esta novela antes de comprarla. Simplemente me llamó la atención el título y que me aparecía a cada momento. Como yo me conozco y sé que eso de que “me aparezca” es que me fijo por alguna razón aunque yo no me de cuenta, decidí que mi instinto me la estaba señalando. 

Si llego a saber que trata de la guerra civil, lo mismo no la compro. Con la edad me he vuelto muy sensiblero y ya no soporto los lugares comunes de crueldad. Hubiera imaginado una novela realista de esas que se regodean en las tragedias más sádicas para impactar emocionalmente al lector. De esas que tienen claramente definido quienes fueron los malos y quienes fuimos los buenos.

No voy a decir que no toque esos aspectos esta novela pero la gracia del autor, la forma en que los introduce como pidiendo perdón, la neutralidad con que alude a las atrocidades de unos y de otros sin matizar, es muy loable. Aunque eso hace que la novela sea aún más desolada. Quiero decir, que cuando hay un claro posicionamiento, los nuestros y los de ellos, al menos el lector encuentra reposo creyendo que si el protagonista llega a nuestras posiciones estará a salvo. En esta novela los protagonistas están en medio, tanto los unos como los otros son los malos y solo los de enmedio, como ellos mismos, ofrecen algo de acogimiento; no hay salvación, ni lugar donde esconderse. Esto hace que la lectura, a poco que uno se implique cuando lee en la trama, resulte a veces angustiosa. Y sin embargo, ya digo, el autor hace todo lo posible por quitarle hierro, por suavizar el drama. 

Se inmiscuye mucho el autor, nos pide disculpas, nos recomienda que escuchemos música para leer determinados pasajes. Pero no es una intervención gratuita. Uno, el lector, lo agradece muchas veces. Que nos prepare para lo que viene, que compadezca a los personajes, que los salve, algunas veces de alguna situación que les sobreviene. En efecto hace de dios, o el autor, que decide sobre sus personajes. No siempre, que los personajes tienen su destino ya trazado, algunos incluso ya saben cómo y dónde van a morir, pero algunas veces; y eso alivia la angustia del lector. 

Es una novela triste, porque habla verdaderamente, desde dentro, y en un sentido completamente apolítico, que le quita rigidez y le da más humanidad al tema tan sacudido de la guerra civil, de la guerra en sí. Es una novela angustiosa porque uno se ve perfectamente en medio de las vicisitudes de esos personajes, es una novela trágica porque abunda la sangre y los muertos, y la saña al matar, y las venganzas y el miedo, por todas partes. Y sin embargo tiene un toque especial tiene una forma narrativa poco habitual en las novelas de este tipo. 

Por cierto es el primer ejemplo de aplicación realmente logrado, es decir asimilado no copiado, de realismo mágico que leo en la novela española. Fuera del Industrias y Andanzas del Alfanhui, que es anterior, creo, al boom latinoamericano y al conocimiento en España de esa modalidad narrativa. Por cierto que el autor hace una breve referencia a esta obra la más genial de la literatura española después del Quijote. 

En fin. Me alegro de haber escogido esta novela. Ha sido una buena adquisición. Y además reuniré ganas para volver a leerla más adelante, ya con la ventaja del conocimiento por adelantado de lo que va a suceder, con lo que podré disfrutar más de el resto de aspectos que nos ofrece la novela. La recomiendo vivamente, aunque advirtiendo que las almas sensibles van a verse algo sacudidas.  

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