martes, 2 de mayo de 2023

El Delirio Americano, de Carlos Granés


Es una historia político-cultural de América Latina, como la denomina él mayormente. Es decir, una historia de cómo las vanguardias, los movimientos, las épocas culturales de cada momento han influido en el devenir político de los países latinoamericanos, unas veces creando ambientes culturales que han contagiado a los políticos, otras veces colaborando directamente con los políticos en el desarrollo de sus supuestas aspiraciones de alcanzar un bienestar común, y otras veces enfrentándose directamente a esos políticos bien por medio de protestas exclusivamente en el ámbito de los cultural, bien por intervenciones cada vez más sociales hasta saltar directamente al ámbito político con la creación de nuevos partidos.

El Delirio viene de que esa colaboración, por así llamarla, esa simbiosis culturo-política, a los ojos del autor, y del lector mientras está leyendo, que el autor es plenamente convincente y desarrolla sus argumentos con profusión de ejemplos y referencias, no ha sido fructífera, o por mejor decir, no ha dado los frutos deseados, al menos los deseables. Y todo porque esa simbiosis ha estado falta de un análisis realista de la situación política, económica y social de cada momento y una planificación adecuada de actuación, basada en esos análisis de la pura e inmediata realidad. Por el contrario esa influencia de lo cultural en lo político ha devenido en megalomaníacos, románticos, quijotescos, soñadores que pretendían crear un mundo nuevo desde una descripción novelesca de la identidad, la nación, el ser latinoamericano, sin contar con la opinión, con la intervención, con la participación de los que son propiamente latinoamericanos y no se sentían exactamente como eran descritos en esos delirios. 

Así cuando no se construían delirantes ideas de país que se acababan desmoronando como castillos de arena cuanto venía un poco de viento o de agua – temporadas económicas a la contra – teníamos verdaderos campos de concentración que trataban de eliminar todo tipo de proyectos, desde la misma idea, que entorpeciera la natural evolución de quienes hasta el momento habían detentado el poder de hecho y que con cada nuevo experimento idealista lo ven tambalear. 

Dos grandes ejes de tensión son por un lado el de la identidad (nacional o continental) frente a la influencia extranjera considerada como destructor radical de esa identidad (que por otra parte aún sigue sin definir de un modo que contente a todos los que han de ser acogidos por ella). Por el otro lado, el rechazo a la democracia que es percibida como un sistema de perversión, de homogeneización perniciosa de las sociedades, implícito en ambos grupos que nunca han creído en la intervención reguladora del pueblo de base en la puesta en práctica de esas ideaciones que, de nuevo, supuestamente, siempre tienen como objetivo final el bienestar del pueblo en su conjunto. 

El autor viene a decir que un gran «invento» latinoamericano que surge de todo este proceso, una figura que en Europa ya conocíamos por el nazismo y el fascismo, pero que el autor no duda en afirmar que en América Latina tomó una forma propia, pseudo-democrática, y que ha exportado a su vez a Europa y Norteamérica, ha sido el Populismo, actualmente en gran auge. Cuyas claves serían la de identificar toda la bondad del poder en un solo individuo, y todos los males provenientes igualmente de una figura claramente identificable y suficientemente ambigua como para que quepa en ella todo lo que al máximo dirigente le incomode. Todo ello dentro de un supuesto marco democrático que es contaminado con prácticas autoritarias y desmantelado manteniendo únicamente la pura apariencia.

Es un libro fascinante, nada agotador, si uno se lo toma con buen empeño, porque tiene su número de páginas considerable y bien densas. Una fuente de información sobre artistas y movimientos artísticos y literarios de primer orden (dentro de lo que a mí más me llama la atención; también de nómina de políticos, de movimientos radicales, guerrilleros, de un bando y de otro, de sucesos que desconocía). Una buena bibliografía que permite profundizar en muchos aspectos señalados y confirmar o refutar sus afirmaciones.  

No he encontrado reseñas por ahí que lo pongan a caldo. Apenas algún comentario que lo tilda de “tendencioso”. Desde luego se aprecia una radical falta de simpatía por el castrismo y sus consecuencias: los movimientos guerrilleros en toda Latinoamérica, y las reacciones exageradas de los gobernantes conservadores frente al peligro comunista, así como las funestas intervenciones del amigo americano para desalentar cualquier iniciativa en ese sentido. Se diría que hay vagamente flotando esa idea de que si no hubieras provocado al monstruo, no hubiera salido de la cueva. Pero tal vez es injusta, una mala lectura, esta sospecha. Pues uno se resiste a admitir que en efecto sus consecuencias no fueron las mejores y que sus desviaciones del objetivo original parecen ser siempre inevitables – me refiero a los intentos de gobiernos de izquierda –; uno trata siempre de justificarlos aludiendo a que están inmersos en un territorio hostil – el caciquismos, las grandes fortunas tradicionales, la pasividad política popular, consecuencia inevitable de los niveles de pobreza, antes la subsistencia que la conciencia política – además apoyadas por «las inversiones americanas», pero lo cierto es que en última instancia se han convertido en proyectos idealistas y personalistas sostenidos por una artificial creación de un ficticio fervor popular. 

Pues, en lo que pueda valer mi recomendación, ahí la tienen. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario