Cuál es la moraleja de Berlín Alexanderplatz, es lo que me pregunto. Y no es gratuita mi pregunta porque todo el tiempo el autor introduce su voz, sobre todo en los epígrafes de los capítulos o secciones de capítulos, para señalarnos que nos está contando la vida de Franz Biberkopf con un propósito aleccionador. Pero al final a mí no me queda claro cuál es ese propósito. Veamos.
Franz sale de la cárcel. Ha matado a Ida, su novia, accidentalmente. Es decir, se le murió mientras le estaba dando una paliza. Lo condenaron a cuatro años. (También a Reinhold, ya hablaré de él, lo condenan a unos diez años por matar a Mieze. También se consideró una muerte accidental, la estaba obligando a yacer con él y ella se le resistía. También se le murió entre las manos con el cuello roto. Y es que las mujeres son delicadas y los hombres demasiado rudos, es normal que se te rompan entre las manos, no hay que llevarse a escándalo ni atribuirlo a mala intención). Al salir de la cárcel, el cielo se le cae encima a Franz, pero él se repone. Ahora va a ser bueno, no quiere ser un delincuente, desea corregir el rumbo de su vida. No va a caer de nuevo. Y trata de ponerse a trabajar, vendiendo periódicos, vendiendo prendedores para corbatas, vendiendo cordones para zapatos. Todo va bien, hasta tiene una chica, Gretta o Frieda, que le hace muy buena compañía. Pero Lüders se aprovecha de la candidez, la inocencia de Franz, y a éste le causa un profundo desengaño. Se retira. No quiere saber de nadie. No quiere saber del mundo. Bebe. Canta. Olvida.
Poco a poco va saliendo de esa depresión. Vuelve a las calles. Se vuelve a juntar con Meck, su viejo amigo. Este le hace conocer a Pums. Y a Reinhold. Reinhold es un mal tipo. Pero no se le nota por fuera. Le cae simpático a Franz. Se hacen amigos. Reinhold tiene un problema. No soporta estar con la misma mujer más de un mes. Pero no sabe cómo quitárselas de encima. Le pide a Franz que le ayude. Franz lo hace encantado. Una vez. Dos veces. Pero a la tercera Franz comprende que aquello no está bien. Se queda con Cilly y desmonta la nueva operación de Reinhold. Este se queda muy enfadado. Se la tiene guardada a Franz. La oportunidad se le presenta. Franz, haciéndole un favor a uno de la banda de Pums, va a hablar con este. El chico no va a poder venir, lo cogió la policía. Pues entonces vendrás tú, Franz. Adónde, yo no quiero hacer nada delictivo. Yo no soy uno de los tuyos. No te preocupes, es solo trasladar unas cajas. Solo se trata de ayudar. No puedes dejarnos tirados. Te ganarás tus buenos cuartos. Y Franz va. Ya he dicho que Franz es un tipo inocente, no tiene picardía. Pero allí se da cuenta de que es un robo. No quiere participar. Quiere irse. La cosas termina precipitadamente y se van. Dejan subir a Franz en el coche, pero todos están molestos con él. Alguien los está persiguiendo. Reinhold empuja a Franz fuera del coche. El coche que viene detrás atropella a Franz. Le revienta un brazo. Los del coche no eran perseguidores, simplemente iban por allí. Llevan a Franz a un hospital. Avisan a Eva y Herbert, amigos de Franz. Ellos se encargarán de todo.
Y ya tenemos la segunda caída de Franz. De nuevo permanece largo tiempo desaparecido. El mundo le resulta indiferente. No quiere saber nada de nada. No quiere contar lo que le pasó. No quiere venganzas. No quiere nada. El no es un delator. No tiene intención de meterse en esa rueda de odios, revanchas… Eva y Herbert no entienden, pero son sus amigos. Ellos le acogen. Eva le quiere. Le busca una muchacha que le acompañe. Mieze. Una buena chica. Con ella Franz vuelve otra vez a salir de su pozo. No tiene brazo, pero no importa, aún le queda uno y es fuerte. Vuelve a frecuentar a los chicos de Pums. Vuelve a ver a Reinhold, no por venganza, sino por quitarse de encima el miedo. Por sacudirse el pasado. Ahora ya no le importa trabajar con Pums. Pero ellos dudan. ¿Qué querrá este?, querrá jugárnosla. Pero no es así. Franz cumple. Y lo hace bien. Recupera su amistad con Reinhold. Pero Reinhold desconfía. Franz no le gusta. Franz es un mal bicho que quiere darle lecciones de moralidad a él, a Reinhold. Y entonces viene el tercer mazazo para Franz. La muerte de Mieze a manos de Reinhold. Aquí ya Franz cae. Se vuelve loco. Dispara a unos policías. Para colmo Reinhold pretende incriminarle a él por el asesinato de Mieze. Franz es detenido. Lo llevan a un manicomio. Gran lucha entre la Muerte y la Gran Ramera en su cabeza. No sé qué significa. Gana la muerte. Pero Franz no muere. O sí muere, pero otro Franz, que no es el mismo Franz de antes, sale, mucho más sereno. Mucho más sabio, tal vez. Un Franz distinto, porque el otro ha muerto. Eso es lo que queda de Franz Biberkopf. Consigue trabajo en una fábrica, de portero. Están contentos con él. Con ese Franz Biberkopf que ya no es aquel Franz Biberkopf. Fin.
Esta es la historia de Franz Biberkopf. No solo cuenta la historia de Franz, cuenta también el ambiente Berlinés de 1928, aproximadamente, las calles, las plazas, los vendedores ambulantes. Derriban un edificio, reconstruyen la plaza, cierran aquel comercio, aquí había antes un hotel, esas cosas. Muchas canciones se citan dentro del texto, y anuncios extraídos de los periódicos, y poemas populares, y noticias, y relaciones numéricas como cuántas vacas, cuantas ovejas, cuántos cerdos se matan al día, al año en Berlín. Y también está esta otra historia de la lucha entre la Gran Ramera Babilonia y La muerte, que no consigo entender. Muchas citas bíblicas, transformadas. La historia de Franz sería una especie de historia de Job, muy particular. Job al final se plegó al absurdo de los argumentos de sus amigos, al absurdo de la palabra, solo palabra, cuando los hechos, lo que le había sucedido a él, la muerte de sus hijos, su enfermedad, la pérdida de todo su patrimonio, habían sido tan claros, tan concretos, al final, Job, comprende que lo único que le queda es confiar en el Señor. Esa es la conclusión de Job. ¿Es Franz, Job? No sé, no lo veo claro. ¿Por qué gana la muerte y pierde la Gran Ramera, si Franz no muere, aunque sea otro Franz, supuestamente? No lo sé.
Franz es un ingenuo, un inocente. Tiene propósitos, pero no tiene proyectos. Quiere llevar una vida diferente, pero se junta siempre con los mismos y estos le arrastran por el camino de siempre. No sé, esta es la única conclusión que soy capaz de sacar. Franz se tropieza con una piedra y vuelve a la misma piedra y no le guarda rencor. Y se tropieza de nuevo con ella. No la aparta, ni la evita. Y de nuevo se tropieza con ella. Y maldice, pero no maldice a nadie, y confía en su fuerza para superarlo. Porque se siente fuerte. Pero tal vez no lo es tanto. Al final, ese otro Franz tiene más probabilidades de salirse de esta rueda. Pero ya ese no es Franz, por lo visto, ya es otro Franz. Y al final, qué. ¿cuál es la conclusión, cuál es la moraleja?
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