martes, 22 de junio de 2021

Tener razón o tener razón

 Oyendo hablar el otro día a un político, ni me acuerdo de quién, decía que en política no quedaba más remedio que "bajarse los pantalones", queriendo decir que había que transigir en la propias exigencias, alcanzar acuerdos reduciendo expectativas para obtener logros, aunque fueran menores (son mis palabras). 


Lo que queda claro es que en España, la idea que tienen los políticos acerca de debatir y "hacer política" es básicamente la de que se trata de una pelea en la que se gana derrotando al otro o se pierde. 


Hay tratar de convencer y antes la muerte que dejarse convencer por el otro. 


Todo debate tiene dos vertientes: la de que se debate para vencer convenciendo y si no se pierde (humillación), y la de que se debate para conocer los argumentos del otro y, eventualmente –qué me encanta esta palabra tan poco comprometida– convencer al otro o dejarse convencer por él. Esta segunda acepción es meramente idealista, está bien para definición de diccionario, pero en la calle, en las tribunas, en los estrados, sobre todo políticos, nadie está dispuesto a creer, al menos en primera instancia, ya si eso lo pienso, que no tiene razón (antes le parto la cabeza y se acabó la disensión)


En fin, amiguitos, atrevámonos a no tener razón y que la tenga el otro. 

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