miércoles, 6 de enero de 2021

2 Reyes 8:7 ...

 


Me parece un relato muy borgiano. 


El rey de Siria, Ben Haddad, se encontraba muy enfermo. Llamó a su general Jazael y le dijo que fuera en busca de Eliseo, el profeta de Israel, le llevara regalos de su parte y le preguntara si iba a sobrevivir o no a esa enfermedad. 

Jazael aparejó cuarenta camellos con lo mejor de Damasco y se fue al encuentro de Eliseo. Al llegar donde estaba le dijo: Tu siervo Ben Haddad, rey de Siria, me ha enviado para preguntarte si sanará de esta enfermedad. 

Eliseo le respondió: Ve y dile que sanará de su enfermedad; pero morirá. 

El hombre del rey se quedó confundido, intentando comprender la respuesta del profeta. Este permaneció con la mirada perdida durante largo rato, sin hablar, y entonces se echó a llorar. 

¿Por qué lloras, Hombre de Dios?, le preguntó Jazael. Porque, dijo el profeta, he visto lo que le harás a mi pueblo: Incediarás sus fortalezas, pasarás a cuchillo a sus jóvenes, estrellarás contra el suelo a sus niños de pecho y hasta abrirás en canal a las embarazadas. 

Jazael se escandalizó, ¿cómo va a ser que un perro como yo pueda llevar a cabo tales hazañas?. El Señor me ha revelado que tú serás rey de Siria, respondió Eliseo.

Jazael regresó a Damasco. Subió a donde yacía su señor y le comunicó la buena nueva: Sanarás, le dijo. El rey quedó muy reconfortado.

Esa noche, Jazael regresó al cuarto con una manta humedecida que empujó contra el rostro de su señor hasta que murió. Le sucedió en el trono.


1 comentario: