miércoles, 16 de septiembre de 2020

Una pequeña Historia del mundo (modestamente)

 Yo creo que todos funcionamos con un par o tres de ideas básicas, axiomáticas, que son el fundamento de nuestras acciones, de nuestros pensamientos , de nuestro comportamiento en el mundo. Como digo, esas ideas son axiomáticas, no han sido razonadas. Probablemente implantadas a lo largo de nuestra educación. Ni siquiera somos conscientes de ellas muchas veces. Tal vez llegar a conocerlas nos ayuda precisamente a comprendernos, incluso a modificarlas y empezar a comportarnos y pensar y actuar de otra manera. 

Con respecto al ser humano, yo sospecho que hay dos grandes bloques. Un bloque son los que piensan que el ser humano es de por sí perverso y que es necesario crear leyes, normas, sociedades, en fin, mecanismos que limiten los efectos de esa perversión. Es decir, el Hombre es perverso y la sociedad es un mecanismo de contención. Los que creen en esto enfatizan en la creación de leyes, limitaciones, escuelas. Una sociedad debe ser altamente regulada. Los que cree en esto, sospecho, se saben también ellos mismos perversos y algunos no dudan en influir para que los mecanismos de regulación y control les dejen a ellos un poquito más de holgura que a los demás. Y no se sienten culpables por ellos porque esa es la naturaleza del Hombre y tampoco hay que .

Por el contrario están los que creen que el Hombre es bueno, de natural, todo lo bueno que se puede ser en la Naturaleza, y que son precisamente las sociedades las que lo han pervertido. Y por ello se empeñan en buscar mecanismos que modifiquen a las sociedades con el objetivo de que la naturaleza bondadosa intrínseca del Hombre actúe por sí misma, regulando solamente los elementos estrictamente necesarios: los estados no deben molestar demasiado, las normas no deben ser excesivas ni excesivamente rígidas.

Pero cuando vieron que las cosas empezaban a írseles de las manos a los del primer grupo, se dijeron. Oiga, si las cosas van a ser así, será mejor que saquemos el provecho que podamos. E inventaron el capitalismo. Nada de reglas, nada de estados en lo posible, salvo para defender el derecho a la propiedad y a la libre gestión de las propiedades. Y vieron que habían hecho algo bueno porque precisamente los más avispados de estos eran los que más beneficio sacaban de la nueva situación. Porque si los demás son tontos y se dejan robar, qué culpa tenemos nosotros. Y si nosotros somos más fuertes y podemos imponerles una condición, qué argumentación moralista me van a interponer si sabemos que ellos en nuestro lugar harían lo mismo. Y siempre han habido fuertes y débiles y ricos y pobres, es una condición natural del Hombre. Y esas pobres mujeres qué harían sin nosotros. Además. 

Así que los otros, los que creían que el Hombre era naturalmente bueno y que unos pocos malvados los oprimían a saco aprovechándose de su ingenua bondad, de su ganas de simplemente hacer el trabajo que hubiere que hacer para sobrevivir otro día y tener algo de sobra para divertirse un poco al final de la jornada, y les imponían un ritmo y unas obligaciones a las que o se adaptaban o se quedaban fuera, se dijeron, estos es insostenible, e inventaron el comunismo. Que es una forma de estado en el que este no deja nada al criterio individual sino que todo está sujeto a provecho común. Y se regula desde quien puede hacer qué hasta cuándo puede y cómo debe hacerlo.

Pero el ser humano, convengámoslo, es el que es, no «el que tiene que ser», como Zaratustra, y, se deja ir por la parte de menos esfuerzo y más beneficio, primando lo primero, aunque eso implique  que se joda el otro. Y resultó que el que más éxito tuvo fue el capitalismo y el otro, más por la condición humana que por el error de las ideas, se vino abajo. 

Y ahora tenemos lo que tenemos. Los que creen que el ser humano es vago y perezoso, y además malvado, y que solo unos pocos tienen verdaderas condiciones para sobrevivir y los otros simplemente caen por su propio peso, se hacen cada vez más hueco, no sin la admiración y el deseo de emularles de muchos de esos otros que cada vez están peor. Y que, ¡oh, condición humana!, les apoyan y les defienden cuanto más palos reciben, siempre y cuando crean que es en cabeza de otro, aunque no sepan a ciencia cierta ni dónde tienen la cabeza muchas veces. 

Y ahí andan campando, asegurando que todo va bien, que el tiempo es bueno, que la economía mejorará, que la cocacola es mejor que la pesicola, adónde va a parar, que este pan es muy distinto que este otro porque la parte de afuera se diferencia, que los negratas y los moratas van a quitarnos todo lo que es nuestro, (¡nada!, porque todo es suyo), que lo de las vacas locas, la gripe aviar, la gripe porcina, el ébola, el covid, (todos en los últimos veinte años) son ¡inevitables!…

En fin.

 

1 comentario:

  1. Yo no sé. Hay días en que me parece que el mejor método para entender la naturaleza del ser humano es ver cualquier documental sobre monos gregarios en la televisión. Otros días, leo un poema o veo cualquier obra de arte y yo no sé.

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