lunes, 10 de junio de 2019

¿Solo ratas?

Mientras paseaba al perro por el parque la otra noche vi cómo una rata subía por una palmera, una de esas whashingtonianas que no tienen escamas, que parecen un tronco pelado. Subía tranquilamente, como si se estuviera dando un paseo con las manos en los bolsillos y pensando en sus parientes las musarañas. Cuando llega a la zona esa que está rodeada por una plancha metálica lisa, generalmente grana, colocada allí precisamente para que las ratas no puedan continuar su ascenso, presumiendo, yo,  que todo el mérito está en sus finas y resistentes uñas aprovechando cualquier rugosidad del tronco y que aquella plancha lisa le iba a restar agarre, disuadiéndola de continuar palmera arriba, o que, perdiendo una pata (como se dice vulgarmente trasladándolo al reino animal), iría a caer al suelo con peligro de que mi perro, ratonero al fin, le saltara encima, veo con asombro que se para precisamente sobre la plancha, se pasea por ella y hasta se permite un bailecito, como burlándose de mí que la observo aterrado dando aquellos saltitos horizontales, aterrizando siempre en la plancha, justo en la perpendicular, a completo despecho de la fuerza de la gravedad, o como dirigiéndola en el sentido que más le conviniese. Cuando se cansó de las burlas, retomó su aire meditativo y, ignorándome, si es que me había tenido en cuenta, continuó su ascenso sin ninguna prisa en llegar al nido.

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