miércoles, 30 de enero de 2019

Querida Monique

Querido Juan: 
Te escribo para contarte...
José Agustín Goytisolo
Querida Monique:
sé que ha vuelto a escribir
y por eso te escribo yo,
para que le expliques a Juan
que está como siempre.
A veces lo miro,
sin que él lo sepa,
sentado, como él dice,
«ante el café con leche»
y me dan ganas de salir
y abrazarlo y calentarle el café con leche
otra vez y hablarle de esas cosas simples
para distraerle
y hacerle bajar de las nubes frías
entre las que anda cuando se siente así.
Que no es siempre.
Aunque a veces
me parece que estos periodos
duran cada vez más.
Otros días
juega con Julia, y le cuenta cuentos
al revés, y baja con ella
a comprar golosinas,
que es para lo que quiere la peseta.
Y se la pide a él porque
yo no se la doy.
Porque alguien tiene que encargarse
de esas cosas simples, del colegio
de Julia, de sus dientes, de que se bañe
y de que tenga un vestido
limpio que ponerse.
Él sale cada día
todo desmadejado, como ropa sin lavar.
Y lo imagino andando por esas calles
a paso de sonámbulo, ajeno
a las prisas esas que dice observar en la gente,
pensando en sus cosas, en sus poemas
o sus poetas. Tomándose el carajillo
de por las mañanas.
Ay, el carajillo de por las mañanas,
y el de media mañana y el del medio día,
y el de después del trabajo. Tú sabes.
Si al menos eso matara su tristeza.
Por las tardes regresa, ya muy tarde
muchas veces. De haber estado solo,
o con amigos, por los bares del centro,
trotando de uno al otro y hablando
con desconocidos, de política, y de versos,
y de mujeres, tú sabes. Yo le espero
despierta, o me despierto cuando llega
y le oigo trastabillar en la cocina.
O entrar en la habitación de Julia
y sollozar.
 Entonces me levanto y le ayudo
a desvestirse. Y él me habla
de lo que ha hecho durante el día,
de los proyectos que tiene,
del poema que ha estado pensando.
Se queda dormido hablando.
Y solo entonces lloro tranquila y a gusto.
Porque verlo así día tras día
me provoca una tristeza muy grande
que debo esconder para que él
no la sume a la suya. Y por Julia.
Pero se acabará. No desespero.
Un día regresa pronto, un viernes
por la tarde, por ejemplo. Y me invita
a cenar. Tararea mientras se baña,
dejamos a Julia con la vecina
y nos paseamos por Barcelona
 como dos novios.
Y él no bebe tanto
y me presta toda la atención.
Regresamos pronto, por Julia.
Porque quiere estar con Julia
un rato antes de acostarla
y contarle uno de esos cuentos suyos
que a ella tanto le hacen reír
de los absurdos que son.
Esas noches me ama con serenidad
y con muchas caricias y con mucho silencio.
Porque todo en él es al revés, parece,
cuando menos habla es cuando más feliz está,
y no escribe tanto.
No quiero alargarlo. Solo te escribía
para que supieras, y que le digas a Juan,
que ya sabes cómo se preocupa.

2 comentarios:

  1. Oiga, un texto (que no diría yo un poema, a pesar de su renglonería) apreciable. Y además planta atípica, me parece a mí, en el vergel de sus cultivos.

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  2. Supongo que de una imitación lo mejor que se puede decir es que no se parece a lo de uno.

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