martes, 3 de octubre de 2017

Reflexiones mientras leo El Remordimiento de Fernando González Ochoa

Dice Fernando González Ochoa en El Remordimiento


"Parece mi destino vivir en soledad; vivir a la enemiga. Si busco compañía, me convierto en un trapo sucio... Cuando solo, ¡qué bellezas mi alma y mi cuerpo!"

Aunque en el contexto del libro puedan dársele otras interpretaciones (El remordimiento aludido en el título es el que tiene el autor años después por no haber cedido a las lúbricas pretensiones de la Toní. Lejos de considerar ese remordimiento como un castigo, es objeto de exaltación, pues el remordimiento es lo que mantiene a toda alma virtuosa en guerra permanente. Un constante vaivén entre el deseo y el remordimiento) como que por ejemplo "buscar compañía" es muy probable que esté aludiendo a compañía femenina, y sentirse como un trapo sucio a sentirse vencido por las propias bajezas, me siento bastante identificado con esta expresión bajo mi propia condiciones.

Comparto esa diferente percepción de mí mismo cuando estoy en compañía a cuando estoy en soledad. Sin llegar a trapo sucio, sí que me siento bastante incapaz en comparación con cualquiera, es decir, siempre encuentro en cualquier otro una virtud de la que me avergüenzo carecer. Por otra parte, estando solo no digo que viva en plenitud, pero sí en comprensión por esas mismas carencias, incluso en franca indiferencia. Lo que tiene como consecuencia que me esfuerce poco o nada en resolverlas.

Sospecho que sufro una perturbación en la apreciación de mis valores cuando me encuentro en compañía que se restauran a su propia condición cuando me encuentro en soledad, donde soy más capaz de apreciar qué es lo que realmente me importa y qué es lo que no. Lo supongo un defecto de los que tenemos una pronunciada tendencia al sentimentalismo y flojera en algunas habilidades sociales. Pero me alegra encontrar sentimientos semejantes en personas radicalmente opuestas como sospecho que es don Fernando.

Sin embargo también me siento afín a él en este constante estado de incomodidad -que también se menciona en el libro- y deseo permanente de "mejorar" en la propia apreciación con independencia de la consideración ajena. Según él:

1º Cada uno lleva en su carácter la ley que debe cumplir. Si atiende, desarrolla y cultiva eso, será grande como "El Ruiz" -sospecho que un monte.
2º El mal está en desear lo que no somos, lo ajeno, lo propio de otros caracteres.
3º Yo soy genial en soledad, en soberbia, en sinceridad y en angustia. 

¿Por qué digo que vivo a la enemiga?
...
Porque me odio mucho en cuanto soy persona, o sea, odio y lucho contra mis instintos. No he logrado aprobarme un solo día. Nada de lo que hice me parece bien. Es otra vida que quisiera para mí. Quiero ser otro. Padezco, pero medito. Tengo abundancia de instintos. Vivo pues, como un hombre moral, en lucha conmigo mismo, derrotado casi siempre; hace cuarenta años que vivo derrotado en agustia, amando a un santo que yo podría ser y siendo un trapo sucio; llamando a Dios y oliendo las braguitas de Toní. En realidad soy un enamorado de la belleza, pero también un hombre que persigue a las muchachas, que piensa a lo animal, etc., 99% hombre vulgar... etc"

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