Qué ríos, y qué océanos, habrá recorrido antes de evaporarse y ser nube para luego caer en lluvia la gota definitiva que al congelarse y expandir la grieta provocó que se desgajara la piedra con la que me he tropezado esta mañana.
Cuánto viento, cuánto sol y cuánta lluvia habrá pasado por ella limándola, hendiéndola, empujándola, royéndole quién sabe cuánto de su masa original hasta dejarla con la medida suficiente para ocultarla a mi mirada distraída y sin embargo dañarme el dedo gordo del pie.
Con toda esa historia detrás se comprende la indiferencia con que recibe mis improperios.
Cuánto viento, cuánto sol y cuánta lluvia habrá pasado por ella limándola, hendiéndola, empujándola, royéndole quién sabe cuánto de su masa original hasta dejarla con la medida suficiente para ocultarla a mi mirada distraída y sin embargo dañarme el dedo gordo del pie.
Con toda esa historia detrás se comprende la indiferencia con que recibe mis improperios.
Un poema que brota del golpe de una piedra
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