sábado, 24 de diciembre de 2016

Paseo al perro

Ahora dejo que el perro elija su camino. Poco a poco va tomando confianza y cada vez menos se para y me mira con esa carita de "oh, por favor, vayamos por aquí", sino que toma decididamente sus decisiones y solo en el caso de que note tensión en la correa se detiene y ahora la cara que pone es la de "qué pasa, seguimos o qué".
Pues bien, siguiendo al perro. No he sacado el libro porque todavía no se me han despejado las brumas del sueño. Voy intentando frenar las imágenes que todavía fluyen a toda mecha derivadas de lo que estuve soñando. Tenía un Quad, una de esas motos de cuatro ruedas. Había una chica que se tiraba por una cuesta con una bicicleta y se daba unos partigazos tremendos. Subía a casa de mi hermano y las escaleras estaban muy sucias. No sé qué significan esas cosas. En un parque observo en el suelo unas hojas arrancadas de un libro. Las recojo y las leo.
Ling Tan es el personaje. En la primera escena asiste, junto con su esposa, a la muerte de un muchacho. Por lo visto tiene el vientre lleno de gusanos. Ling Tan intenta consolar a la madre y que no llore delante del chico, pero esta se revela. El chico, al sentir llorar y gritar a su madre, comprende que ya no tiene remedio y se vuelve hacia la pared. Poco después está muerto. "Cuando la madre volvió a su lado, en el lecho de su hijo no había cosa viviente, fuera de gusanos"
El muchacho no debía ser trigo limpio, porque Ling Tan piensa que tenía muchas probabilidades de volverse un ladrón y que terminara robándoles. Sin embargo era, sin duda, mejor que el enemigo que los tiene actualmente acosados, y es injusto que sea él el que muera habiendo tantos peores. Piensa, Ling Tan, que debería haber una manera de acabar con el enemigo. Se enrabieta, pero su mujer lo apacigua. Ling Tan se tranquiliza y continúa con sus labores de la tierra. Al menos la tierra es agradecida. Por otra parte, la madre del muchacho muerto, que es esposa de un primo tercero de Ling Tan, siente odio contra este. Piensa que es responsable de la muerte de su hijo. Porque su hijo amaba a la mujer de Ling Tan, Ling Sao, también llamada Jade. Como ella prefirió a Ling Tan el muchacho se perdió. Ella discute con su marido tratando de sembrar en él la semilla del odio contra Ling Tan, pero él no quiere problemas y se retira a dormir a otra parte.
Ling Sao echa de menos que haya más gente en casa, apenas quedan dos hombres y dos niñitos. Estos últimos parecen muy asustados y se pasan el día sentados juntos y tomados de la mano. Su padre también está muy afectado. Al parecer su esposa, Orquídea, ha muerto y él no ha conseguido superarlo. Ling Tan piensa de él: "He aquí uno a quien la guerra ha echado a perder". En una vida normal ese hombre hubiera "cumplido su misión y héchose lentamente un hombre respetable y maduro estimado en la aldea por su prudencia y padre de muchos hijos que le hubiesen amado por su amabilidad".
El enemigo del que se habla es, creo, los japoneses, que han invadido China. La novela en la que estamos es La Promesa. Una novela de China y Burma, de Pearl S. Buck. Lo adiviné, a la autora, antes de buscarlo, simplemente porque no conozco a otro autor/a occidental que escriba novelas orientales. Miento, en casa tengo una de un francés: El Cónsul, de Lucien Bodard; poco más. Esta novela pertenece a una serie llamada La Estirpe del Dragón. Explorando en internet he visto que el traductor más probable de esta versión que tengo es Juan G. de Luaces, que es el que aparece como traductor de la Estirpe de Dragón en muchos volúmenes. Hay, por lo visto, todo un artículo dedicado a su vida.


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