martes, 12 de julio de 2016

Esoterismo

Lo que subyace a las lecturas que vengo haciendo últimamente, desde Papus, o Madame Blavatsky, Manly P. Hall, Graham Hancock, Louis Charpentier o José Luis Espejo, incluso alguna esporádica lectura del arqueólogo Pedro Bosch Gimpera (y alguna más que se me escapa) es que detrás de la relativa, si se quiere, homogeneidad de los mitos y dentro de la incomprensible monumentalidad de muchas construcciones antigua, desde las pirámides egipcias hasta las ciudades de Teotihuacán, Machu Pichu o Tiahuanaco, por mencionar las que siempre nos son familiares, y dejando atrás ciertas misteriosas construcciones en Japón –Yonagumi–, Angkor en Camboya, o pirámides aún no exploradas, o al menos no conocida su exploración en occidente, en China, etc., etc., etc., se codifica un mensaje, una información de carácter científico, en concreto relacionado con nuestra situación planetaria. Grahan, y algunos vídeos de Youtube que no recuerdo ahora –maldigo mi bajísima disciplina científica, tengo que acostumbrarme a anotar y describir todos los documentos que visite– se decanta por lo que sería una, algo así como advertencia de posibles peligros futuros del tipo: movimientos extraños del eje planetario, o desplazamientos bruscos de los polos magnéticos, o ciclos, tipo precesión o nutación, que provocan catástrofes naturales cada largos periodos de tiempo (recordar las aproximadamente cíclicas, pero al menos recurrentes, extinciones que, por diferente causa, han ocurrido a lo largo de existencia de vida en este planeta).
Esa información habría sido codificada por una civilización anterior a las más antiguas que admitimos razonablemente, sin necesidad de que sean extraterrestres o habitantes del inframundo, cuya «superioridad» cultural, es, sobre todo, relativa al resto de los habitantes del planeta en aquellos momentos, y, en cualquier caso, de carácter diferente a nuestra forma de entender la naturaleza y el concepto de progreso,  y que se habría extinguido a causa de una de estas hecatombes, las cuales, a pesar de su posible previsión, son inevitables, sobreviviendo unos pocos individuos que conservarían y acelerarían el proceso tecnológico-cultural del resto de supervivientes que aún estarían en una fase muy primitiva.
Los que estudian los documentos se decantan por una información matemática precisa que sería necesario descubrir estudiando los mitos y los monumentos mencionados, además de los que aún pudieran descubrirse (sí, aún se descubren cosas, hace poco dicen haber hallado localizaciones de ciudades mayas enterradas en la selva basándose en correlacionar las localizaciones de las ciudades conocidas con la disposición de las estrellas de determinadas constelaciones. Sin ir más lejos, hace unos pocos años se ha descubierto la atención que nuestros antepasados prestaban a sucesos como los solsticios y los equinoccios, y quien sabe si también pondrían su atención en determinadas estrellas, de esto todavía no me he enterado de nada).
Los esotéricos se decantan por una información de carácter más trascendental, más orientada a cambiar nuestras percepción del mundo, nuestro sistema cultural, que no solo estaría codificada en esos elementos, sino que  habría una enseñanza que sería transmitida directamente de unos seres humanos a otros, los cuales estarían integrados en sociedades secretas, y que serían los únicos competentes para «leer» adecuadamente esa información. Incluso relacionarían estas sociedades secretas con las diversas religiones y creencias desperdigadas por el mundo, que, a fuerza de ignorancia y superficialidad, habrían olvidado el verdadero sentido de estas enseñanzas, aunque, inexorablemente, y a pesar de la destrucción sistemática de documentos y evidencias, sobre todo debido a enfrentamientos entre las diferentes creencias, permanecería codificada en los más variopintos soportes que ellas siguen conservando, aunque ignorando su verdadero significado hasta que los «verdaderos iniciados» salgan de nuevo a la luz para interpretarlos y dar las soluciones pertinentes a los graves problemas del mundo.

Este, a mi juicio, es el fundamento de lo que podríamos denominar: disciplina esotérica. La cual, como otras disciplinas atrae a los más variopintos practicantes, desde los que la entienden como una alternativa científica de conocimiento del medio hasta los que la practican con fines meramente mercantiles buscando obtener beneficios inmediatos de su explotación interesada, bien vendiendo humo, bien buscando en ella, medios de acrecentar su «poder» (en un sentido lato) sobre los demás y sobre la propia naturaleza.
http://abajocomoarriba.blogspot.com.es/2015/05/el-mito-de-la-caja-de-pandora.html
(*)Una excusa para poner chicas medio desnudas. Supuestamente, Pandora satisfaciendo su curiosidad
(*)La imagen la he robado del blog Símbolos, Mitos y Arquetipos

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