Vela en el hospital (pinchar para ver original)
En aquellos días fértiles el tiempo era un poco lento,
todo era realidad: la lluvia nos hundía
la alegría, cuando no podíamos ser los héroes
de la calle. El gran sueño era el juego colectivo
con los amigos, de bolas de fango y otros juegos,
juegos violentos, robar piedras de mechero
hasta que el rojo lejano de la tarde
ponía fin a la diversión que me hacía pensar en todos ellos,
amigos medio olvidados que casi todos han muerto
sin dejar más pistas que un moderado conformismo
y lágrimas efímeras de viudas sin sueños.
La agonía perfuma reflejos del pasado.
Ahora te miro, demacrado, leyendo en tu rostro
el pasado y el polvo que busca tu destino
de retornar a la tierra. La cama de hospital
es austera, no me ayuda a olvidar temores,
ni a invocar ningún cielo que no haya disfrutado ya
en aquellos tiempos de luz que están a punto de desvanecerse.
Solo podemos intuir cómo son los paraísos
cuando no se encuentran, cuando la felicidad
es una espina en el corazón y el corazón es una víscera
que no soporta más la vida ni los recuerdos.
Amigo mío, sin ti no sabré cómo reparar
los vacíos que se funden como vulnerables nubes.
Bien pronto ya no serás, y los árboles crecerán
como si nada, y el mundo será injusto, como siempre,
y algunos que lo pueden hacer seguirán ignorando
todo lo que no es poder, dinero, codicia.
Vivir me será pesado si no hago como el buitre
que planea sobre teorías en versos
agarrando cualquier palabra lejana, pasada de moda,
que me hable de placeres, de amores, de paraísos
que existen y llevo clavados en la esperanza.
Para sobrevivir es necesario instruirse en olvidos,
dejar ir los oráculos, recordar la belleza
que nos ha proporcionado instantes resplandecientes del pasado.
Con letra temblorosa de pulmones resecos
me llegan las palabras que amplían el desierto
cansado, sin respuestas, del futuro inminente:
Te me vas con tanta paz que me infectas de vida.
Bernat Nadal (1950)
La traducción es del autor de este blog, que no tiene ni idea de catalán.
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