martes, 24 de junio de 2014

QUERIDA, VOY A COMPRAR CIGARRILLOS Y VUELVO

Vi una película, basada en una obra de un tal Alberto Laiseca... mierda, ya he olvidado el título (...sí, ya me acuerdo: algo así como Voy a comprar cigarrillos y enseguida vuelvo). Bueno. Se trataba de un tipo al que le proponen un extraño juego: le darán un millón de ...dinero, si el tipo acepta volver a vivir diez años de su vida, los que elija, pero con la conciencia de ahora, con el conocimiento de ahora y la oportunidad de tomar decisiones diferentes. El tipo vivirá diez años pero transcurrirán apenas cinco minutos, los suficientes como para excusarse ante la mujer, que lo espera en el restaurante, diciéndole que va a comprar cigarrillos y enseguida regresa. Para cuando regrese, si acepta, tendrá un millón. Parece una buena oferta. El tipo acepta. Ahora es un hombre acabado, una vida de mierda, para decirlo claro, en realidad ha sido elegido por eso, y lo que trata de demostrar, creo yo, el ¿demonio? que lo tienta es que una vida de mierda, por más oportunidades que tenga, siempre resultará en una vida de mierda.
La película va de esto, de que el tipo lo intenta, pero le falla. Después de apenas dos años y poco acaba suicidándose (ahora me viene a la mente Berlín Alexander Platz, no sé por qué). Pero eso no estaba en el plan del demonio, así que le obliga a vivir los siete y pico de años que le quedan de contrato en la infancia. El tipo se ve obligado a vivir siete años de su infancia con la conciencia de un hombre de sesenta y siete años encerrado en el cuerpo de un niño desde su estadío de bebé, algo que le resulta peor que una cárcel si no es porque al menos tiene oportunidad de asistir en directo a la muerte por electrocución de su tiránico padre.
La película no es muy buena, la idea sí, de hecho es una idea que he barajado muchas veces, esa de tener la oportunidad de volver a vivir mi vida pero con la conciencia de ahora, tomar decisiones diferentes a las que tomé. La puñetera película me ha desinflado muchas fantasías que me había permitido hinchar no teniendo nadie que me las refutara: viéndola te das cuenta de que es muy probable que acabaras volviendo a vivir exactamente la misma vida que habías vivido, porque llegados los momentos críticos te darías cuenta de que sigues siendo el mismo tipo que tomó aquellas decisiones, erradas o no, en su momento, y que por lo tanto, en la misma circunstancia, las ibas a repetir.
Es como uno de esos cuentos borgianos, no sé, a mi recuerda a aquel del reino que construía mapas que tenían exactamente las dimensiones del reino, coincidiendo en cada punto con él, tal era su precisión. Tal vez no tenga nada que ver, pero entonces podríamos sacar lo del mito del eterno retorno, ja.

2 comentarios:

  1. La idea es buena, pero nos deja con cierta impotencia ante la dificultad de que pase. Y pasa, claro, es demasiado complejo cambiar las cosas, porque el problema, para mí, soy yo.

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  2. Esa es la tesis, me parece, seguimos siendo nosotros y se repiten las mismas circunstancias, mismos estímulos,mismo efecto.

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