El sol rota. Alrededor de un eje ligeramente inclinado con respecto a la perpendicular al plano por el que se mueven las elípticas de los planetas que lo circundan. Eso lo acabo de averiguar. También he sabido que no rota como un todo, sino que unas partes rotan más rápido que otras y que el tiempo de rotación equivale a unos treinta días, día más día menos según las partes, lo cual debe ser endemoniadamente rápido dado el tamaño del sol. Parece que la importancia de que rote es que la rotación propicia la existencia de campos magnéticos y demás cosas que influyen en el comportamiento del sol, sus explosiones y tormentas solares y toda la pesca que luego nos influye a nosotros, y al resto de los planetas.
Esto contado así no tiene ninguna relevancia. Cualquiera que lo lea pensará que soy un aficionado pobre, mero transeúnte por la astronomía, y tendrá razón. No sé por qué me ha interesado ese tema. Simplemente me surgió la pregunta. Ocurrió durante un examen, esta mañana, mientras leía sobre la teoría del desdoblamiento de Jean Pierre Garnier.
Al parecer, ese hombre, usando una teoría que no voy a ser capaz de explicar, viene a decir que el presente, el pasado y el futuro conviven simultáneamente pero a velocidades diferentes, de manera que desde el presente yo voy a poder consultar con los diferentes futuros posibles, que transcurren a una velocidad mucho mayor, y voy a poder obtener datos que me permitan en el presente tomar decisiones para dirigirme hacia uno de esos futuros. ¿Y cómo es posible aplicar algo de esto a la predicción de llegada de planetoides al cinturón de Kuiper?, me pregunto yo, pues eso es lo que esgrime como validación científica de su teoría el Jean Pierre, y va por ahí dando conferencias acerca de cómo aplicar su teoría a tu vida cotidiana.
Pues no tenía ni idea de lo que era el cinturón de Kuiper y fui y lo miré, porque soy un tipo que, a veces, quiere responderse a sus propias cuestiones. Y resulta que el tal cinturón está en la parte de afuera del Sistema Solar, más allá de Neptuno, y a ese cinturón pertenecería Plutón, con su luna Caronte. Por allí transitan miles, tal vez cientos de miles de otras piedrecitas de las que se han, hasta la fecha, identificado unas mil cien, alguna casi tan grandes como el mismo Plutón, como Eris, pues les ponen nombres y todo. Leyendo sobre esto me llamó la atención eso que llaman el Acantilado de Kuiper y es tal acantilado que este cinturón no se va degradando poco a poco a medida que se aleja del sol sino que se termina un poco bruscamente y dicen que eso podría ser porque por allá fuera se moviera, orbitando también entorno al Sol, pero con una órbita descomunalmente amplia –me gusta esa palabra, descomunal –un planeta, que no ha podido detectarse todavía, pero que podría ser el causante de ese repentino final del cinturón, pues el planeta, literalmente, habría “barrido” los pequeños pedruscos que se encontrase en su camino con su mayor gravedad. Este planeta hipotético lo identifican, los que creen en esas cosas, con el planeta Niburo o algo así, uno de quien hablan las escrituras Sumerias o Babilonias y que sería el causante, con sus acercamientos y alejamientos del Sistema Solar, y su influencia sobre los planetas que lo componen, en particular la bendita Tierra, de los cataclismos que periódicamente se producen en esta. Otros le llaman el Planeta X, que suena más a ciencia ficción.
Más allá de todo esto habría un nuevo anillo de elementos dispersos que se llamaría algo así, el Anillo de los Elementos Dispersos, y después, aún hay más, una esfera, ya en tres dimensiones, de también cositas que flotan alrededor del sol, llamado Nube de Oort.
Más allá de todo esto habría un nuevo anillo de elementos dispersos que se llamaría algo así, el Anillo de los Elementos Dispersos, y después, aún hay más, una esfera, ya en tres dimensiones, de también cositas que flotan alrededor del sol, llamado Nube de Oort.
Pues volviendo a Jean Pierre, el hombre mencionaba que periódicamente atravesamos por unos ciclos en los cuales se abren una aberturas temporales a través de las que podemos intercambiar información con el futuro, no sé muy bien qué aplicación tiene eso en el aspecto físico, pero el hombre, dice él, porque no he leído sus artículos, ni referencia a ellos en internet, predijo la llegada de planetoides al cinturón que luego fue confirmada por hechos reales. Bueno. Pues también decía que creía que habían unos ciclos de veinticinco mil y pico años en los que ocurrían esas aperturas y que esos ciclos coincidían con la precesión de los Equinoccios, que por lo visto tienen que ver con el hecho de que la Tierra, además de rotar, se bambolea sobre su eje de rotación y ese bamboleo del eje cumple un ciclo completo cada veinticinco mil y pico de años. Y he aquí cuando se me ocurrió la pregunta: hablando de ciclos: ¿rotará el sol? ¿Y cuánto tarda una rotación del sol? ¿Y una traslación del sol alrededor del centro de la galaxia en la que nos movemos, cuánto tardará? Y esa galaxia, ¿se mueve en torno a algo? Aquí ya me mareé, me caí del asiento, los alumnos que se estaban examinando aprovecharon para copiarse y sólo cuando todos tuvieron equilibradas sus respuestas llamaron para que avisaran a una ambulancia o algo. Afortunadamente me desperté antes, y me habían robado las notas que había ido escribiendo mientras leía todo esto, que ahora escribo de memoria. Y hasta me robaron el tablet, pero luego me lo devolvieron porque cualquier móvil de los que tenían ellos ofrecía unas prestaciones mejores que mi tablet de cincuenta euros.
225 millones de años se demoraría el sol en dar una vuelta completa en torno al centro de La Vía Láctea. Nuestra Galaxia es de forma espiral con un diámetro de 100.000 años luz y el Sol estaría en uno de sus bracitos a una distancia del centro de 27.700 años luz
ResponderEliminarSi el sol tuviera unos cinco mil millones de años de edad y ya todo estuviera configurado desde el principio tal y como es hoy, le hubiera dado tiempo de dar 22 vueltas alrededor del centro galáctico.
ResponderEliminar