viernes, 20 de diciembre de 2013

Profundas reflexiones y un poema de César Vallejo


Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después del infinito?

Por un lado creo que todo empieza por azar. Y una vez que empieza, la propia inercia de existir realimenta y hace crecer, hasta que, por azar, alguna fuerza opuesta suficientemente poderosa anula esa existencia y volvemos de nuevo a la nada inicial.
Por lo tanto todo es circunstancial e imprevisible a largo plazo. A corto plazo, la inercia es un gran predictor: todo lo que es tiende a permanecer siendo, hasta que algo ajeno a ello se le opone.

Por otro lado, todo influye sobre todo lo demás que le rodea. Cada masa, por ejemplo, influye gravitatoriamente sobre otra masa. Cada partícula cargada influye eléctricamente sobre cada otra partícula cargada. Cada  movimiento en el interior de un fluido provoca un desplazamiento en ese fluido que afecta a cada cosa que esté inmersa en ese fluido. Si tuviéramos la sensibilidad suficiente notaríamos el aleteo de esa mariposa de oriente que no deja de sacudir sus alas, el efecto gravitatorio de Plutón, o el campo magnético que rodea al cerebro, generado por el fluir de partículas cargadas entre las neuronas. Este intercambio de influencias de una u otra manera condiciona nuestra actuación. Creo que no sería difícil llegar a concebir que todo cuanto ha ocurrido y ocurrirá en el universo está predeterminado por este juego de causas y efectos rígidamente atados desde el comienzo hasta el fin. En esta hipótesis de la existencia hay un punto débil, el comienzo. Cómo empieza toda esta cadena de causas y efectos.

Un hombre pasa con un pan al hombro

Un hombre pasa con un pan al hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?

Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?

Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al médico?

Un cojo pasa dando el brazo a un niño
¿Voy, después, a leer a André Bretón?

Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?

Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después del infinito?

Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?

Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente
¿Hablar, después, de cuarta dimensión?

Un banquero falsea su balance
¿Con qué cara llorar en el teatro?

Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?

Alguien va en un entierro sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?

Alguien limpia un fusil en su cocina
¿Con qué valor hablar del más allá?

Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yó sin dar un grito?

4 comentarios:

  1. La inercia es, sin duda, junto a la estupidez, gran motor inmóvil del mundo.

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  2. César Vallejo un gran poeta (he usado comentarios diferente porque me pareció lo propio)

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  3. Excelentes las reflexiones querido Capitán...

    Y muy bueno también el poema de Vallejo que las acompaña...

    Te deseo lo mejor para el 2014 y espero que hayas pasado una linda Navidad,

    Aquileana ;)

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  4. El primer comentario tiene una interpretación irónica

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