miércoles, 6 de noviembre de 2013

El extraño caso de Angélica de Manoel Oliveira. Película narrada.

Un fotógrafo judío, llamado Isaak, judío sefardita que ha poco ha llegado a la ciudad, es llamado de madrugada (el fotógrafo ejerciente está en Porto para tres días), a las tres de la mañana, para que vaya a fotografiar a una mujer joven, recién casada, que acaba de fallecer de forma repentina. 
Al llegar, conoce a la hermana de la difunta, que es monja, a su hermano y a la madre. Al sacar la fotografía, observa que la luz está muy floja y pide una luz más potente. Se la traen y comienza a sacar las fotografías. Entonces, encuadrando a la difunta, esta parece despertar, aunque nadie, salvo él, lo advierte y solo ocurre cuando la encuadra con la cámara.
Hay una cierta ambigüedad temporal, porque los coches son modernos, pero el ambiente parece como de los años cincuenta.
Día siguiente. (El hombre es lector. Al principio se le conoce recitando un texto que lee) Está poniendo a secar fotografías. Todavía no hemos visto las de la mujer. Cuando las vemos, la mujer parece revivir en la propia fotografía. Son en color. Estaremos en los años setenta. El hombre se asusta y da un paso hacia atrás. Luego le llama la atención la calle y se asoma al balcón. Parece olvidar lo que ha visto. Con un binóculo observa a unos hombres cavando Llaman a la puerta. Es la patrona de la pensión que le trae un desayuno. Le gusta fotografiar el mundo que se termina. Quiere ir a fotografiar aquellos hombres y deja a la casera con el desayuno sin probar.
Los encuadres de este hombre son de un equilibrio absoluto.
Estamos donde los hombres cavando. Cantan mientras cavan. Uno, que no cava, dirige el canto. Él canta una estrofa y los cavadores un corto estribillo. 
Llega el fotógrafo. Traje negro, con sombrero, camisa blanca. Toma fotografías. El final del canto indicado por el que dirige es también el final del trabajo. Se van. El fotógrafo les sigue. Cavan más arriba. Proceden de la misma manera, colocándose en fila con el "director" frente a ellos. Inicia de nuevo el canto. Ahora toca un silbato y de nuevo dejan de cavar y se trasladan a otro lugar. No, han terminado de cavar. El fotógrafo saca una toma de cada uno de los trabajadores.
Suena la campana. Son las doce. 
Un cementerio. Entra el fotógrafo. Un mendigo le pide limosna.  Iglesia. Esos encuadres perfectos de don Manoel. El pasillo, al fondo la puerta de entrada por donde entra el fotógrafo. Se detiene en medio del pasillo a mirar las esculturas y pinturas. Se acerca a donde unas mujeres admiran la belleza de la difunta. Él mira. En efecto, la difunta sonríe. 
Entra el sacerdote. Inicia la misa. El fotógrafo sale. El mendigo vuelve a pedirle, pero ahora no le da. 
El campo, presumiblemente viñedos, un señor ¿echando veneno? El fotógrafo se dirige hacia el cortijo. No parece haber nadie. Se pasea, parece que hay una ermita. "Tiempo, detente, Y vosotras criaturas celestiales" es lo que recitaba cuando le conocimos en su cuarto. 
Sube las escaleras y golpea una puerta verde. A lo lejos, las campanas de la iglesia. Abre una criada, mira y luego cierra otra vez. No le deja pasar, le quita el sobre de las fotografías y le indica que espere. Al regresar únicamente le dice que las fotografías han sido entregadas. El hombre se marcha. Un comportamiento antipático el de la criada.
En su cuarto. Noche. No puede dormir. Se levanta. Lo vemos hacerlo a través del espejo. ¿Qué mira?  Las fotografías colgadas. También las vemos a través del espejo. Se acerca y toma una. Mientras la mira, el fantasma de ella aparece en la ventana. Se abrazan y se elevan juntos.
La fotografía queda sobre una mesa. Ellos vuelan por el cielo, entre árboles. Sonríen. Eh, recuerda a Chagall. Sobrevuelan el agua de un río y él coge una flor al pasar. Es de noche, no hay colores. A ellas se le cae la flor. Siguen volando por entre nubes. Ahora deben estar muy altos porque se ve la tierra como desde el google maps. Él cae, grita su nombre y volvemos al cuarto con el brusco despertar de él.
Sentado en la cama se enciende un cigarrillo. Piensa en lo que pueda significar esas extrañas visiones. El humo, compara las visiones con el humo del cigarrillo. "Este encantamiento borra todas las angustias que me persiguen". "¿Será locura mía?" Se asusta de eso. Aumenta el ruido de un camión desde la calle, él se levanta y se asoma hasta que pasa. Desde el balcón mira las fotografías colgadas a secar. Se acerca. Toma una. La mira a la luz del amanecer. La insistencia en mirarla será porque se reproduzca el fenómeno, pero no ocurre y vuelve a ponerla en su sitio. Ahora la vemos nosotros.
Ahora estamos en un comedor con la patrona y unos invitados. Hablan del fotógrafo. "Es lo antiguo lo que me interesa" dice la patrona que dice el fotógrafo. Lo califican de tipo extraño. Hablan de la muerta. Dicen que estaba embarazada.  El señor Isaak se está volviéndose enigmático. Porque echa fotos como un loco.  Parece que el cambio se ha producido desde que fotografió a la mujer. Lo califican de desesperado por las fotos que hace. Les extraña que saque fotos a los cavadores. Citan la frase de siempre de ortega. Habla el ingeniero de un problema que tuvo con un proyecto cancelado por causa de la crisis económica. Un puente que iban a diseñar con una brasileña. Llega el fotógrafo. Parece que es la hora del desayuno.
El fotógrafo se acerca a la mesa, a donde la patrona le va a traer su desayuno y donde están sentados todos. El mira una flor que hay sobre la mesa, parecida a la de su sueño.  El fotógrafo se queda de pie. Llega la brasileña. La brasileña es ingeniera como él, pero "de mérito", la presenta el ingeniero. Mientras ellos se cumplimentan el fotógrafo queda en pie y hasta vuelto de espaldas a ellos. Raro. Hablan de la crisis mundial. "los siete mosquitos del apocalipsis". Una de las mujeres que estaba a la mesa, Rosa, se marcha. Siguen hablando los sentados a la mesa -materia, antimateria- el fotógrafo escucha en la misma actitud. -energía como resultado de la unión de materia y antimateria- el fotógrafo relaciona a Angélica con todo esto. Esa continua alusión a los mosquitos. Terminan y se retiran.  La brasileña mira con extrañeza a Isaak vuelto de espaldas, sin hacerles caso. Qué extraño caballero, le comenta al ingeniero; este le responde que todos piensan lo mismo. Queda solo Isaak en el comedor. Vemos la rosa solitaria sobre la mesa. El sigue frente a la ventana, de pie, tomando de su taza. Vuelve la patrona y alimenta al pájaro. Aparece la cola de gato. Ella habla con isaak, le recuerda que por las noches no duerme, gime, y le pide que deje los excesos. Que se cuide. Habla con tono maternal. Se marcha e Isaak, poco después hace lo mismo. Nos quedamos un rato mirando a la habitación con el pajarillo cantando.
Campo. Se aproxima un tractor. Isaak, de negro con su caja de "herramientas", saca la cámara de ella. Va detrás de tractor fotografiando la mecánica que va rompiendo la tierra. Ahora estamos en su cuarto. Tiene una pesadilla-se oyen ruidos de cavadores- despierta muy sobresaltado. Se levanta y se dirige a las fotografías, son fotografías de cavadores. Las de la muerta cuelga entre ellas.  Se detiene ante la de la muerta y mirándola, aparece detrás el fantasma, pero cuando él se gira desaparece. La coge del tendedero y vuelve a ocurrir lo mismo, aparece el fantasma, y cuando él se gira desaparece. Se asoma al balcón después de volver a colgar la fotografía. Se dirige a la cama, y enciende la luz. Saca del ropero su traje.
De día La ciudad al otro lado del río, al pie de unas colinas.  El comedor. La patrona y Rosa, una mujer que estaba antes en la reunión de todos. La patrona le habla de Isaak, pero también, creo, de la brasileña. Llega isaak. Saluda. Rosa parece un poco irónica porque él ha saludado también a los señores. "Hoy ya fue así". No sé por qué la repite, ni qué dice exactamente en portugués. De nuevo se queda de pié tomando de la taza. Las mujeres abandonan el comedor. Él queda girado hacia la ventana. Se oye ruido de tormenta. La patrona regresa a avisarle de que han venido a avisarle del cortijo para que vuelva a hacer fotografías. El pájaro no canta en la jaula.
Desde dentro de la iglesia del cementerio vemos como el mendigo se acerca a Isaak a pedirle limosna y este le da. Canta un coro en la iglesia. Isaak saca la cámara para fotografiar. La canción habla de una enamorada. No parece una canción religiosa. Sale Isaak de la iglesia. El mendigo lo saluda al pasar y se le queda mirando.
Isaak observa, en el cementerio, al marido de Angélica que está apoyado penosamente contra el muro del un panteón. 
La criada mira desde la ventana cómo cargan bultos en un coche y la llegada de Isaak. La puerta está abierta, pero Isaak no entra. La criada antipática sigue mirando por la ventana y cuando le parece baja. Mira a Isaak. Y lo llama por su nombre, él, que está de espaldas, cree que es Angélica y lo dice en voz alta. La criada vuelve a comportarse de modo impertinente. Esta vez lo deja esperar en la sala. Sobre la mesa sigue el pez de colores. También hay un grueso álbum de fotografías. 
Llegan las mujeres y le reprochan que llegara tan tarde.  Le piden las fotografías en tamaños variados.  Aquella en la que sonríe, en tamaño mayor. El álbum de familia es el que está sobre la mesa junto a la pecera. Ella le muestra las fotos del álbum. Llegan unas niñas correteando. Las nietas. Le explican que se van a Lisboa. Isaak les desea buen viaje. Se retiran. Isaak toma sus cosas y se marcha, como a toda prisa. Oímos el ruido del agua en el plano congelado de la puerta y lo que le rodea, y luego aparece la criada. Recoge el sobre de fotografías que Isaak se dejó sobre la mesa y sale.
Isaak camina hacia una verja, ¿la del cementerio? y grita el nombre de Angélica. Llega la criada. Y lo mira extrañada. Él se sorprende, ella antipática como siempre. Él, distraído, aturdido. Llega el mendigo y le muestra el sombrero boca abajo: unas moneditas.
Cambio de contexto. Piano y paisaje de la ciudad
Una mariposa sobrevuela por el cuarto de Isaak, que está en la cama. Se oye el ruido del viento y de pronto aparece ella flotando sobre él. Él estira las manos pero no llega. Era un sueño, cuando despierta todo recobra color. Ruido enorme de camiones que pasan. Aves. 
En el comedor. Todos miran cómo la patrona gime y llora la muerte del pajarillo. Es brujería, piensa la patrona. Desgraça que entro en  esta casa. Le aconsejan embalsamarlo. La patrona no está convencida. Era un jilguero. Anoche pasaron cosas extrañas. Gemidos y ruidos extraños, dice la patrona, procedentes del cuarto de Isaak. Como si hubiera traído a alguien a su cuarto. (A la criada antipática, aventura) Parece bruxelos, cosa de brujas. Llega Isaak.  Mira el pájaro muerto en las manos de la patrona y, muy afectado, pregunta. Al contestarle que ha muerto, Isaak sale corriendo a la calle.      
Corre hasta el cementerio. Vemos al mendigo que lo observa. Grita el nombre de Angélica sacudiendo unas verjas. Sigue corriendo. Unas señora comentan, al verlo correr, que debe estar loco para ir corriendo así sin sentido. 
Cae al suelo, en el campo, agotado de correr. Se oyen cantos infantiles. Llega un grupo de niños, los que cantan. Hablan de pedir ayuda al ver a Isaak tirado en la tierra. 
Ambulancia, que gira alrededor de una fuente. Ahora estamos en el cuarto. La patrona pregunta por qué lo han traído y no lo han llevado al hospital. Habla con un doctor. Isaak está tumbado en la cama, vestido. Cuando la patrona se va, el médico le hace un leve reconocimiento. Mientras prepara algo, Isaak se levanta, como sonámbulo. Se dirige al balcón donde el fantasma de Angélica le llama. El cuerpo de Isaak cae y su fantasma sigue hasta encontrarse con ella que se lo lleva volando. Llega la enfermera. El médico y la enfermera recogen el cuerpo y lo llevan a la cama.
El médico lo reconoce, pero determina que ya ha fallecido. Manda a la enfermera que llame a la patrona, que llega y tapa el cuerpo de Isaak con una sábana. Le coloca encima una cruz. Se oyen los cantos de los cavadores y el ruido de estar cavando mientras seguimos mirando la escena del cuarto. 
La patrona cierra las ventanas del balcón. Vemos la hilera de fotografías colgando. Luego se hace oscuridad, con un último ruido de puerta.

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