Quiero, querría, me haría muy feliz si ocurriera:
que te despertases una mañana y amaneciera yo en lugar del sol.
Que saltases sorprendida de la cama cuando vieras mi cara enmarcada guiñándote un ojo en la ventana.
Y cuando corrieras a lavarte la cara para despejarte, te pareciera ver mi figura desvanecerse en el reflejo de un cristal.
Que mientras desayunases, el sabor del café con leche te evocase mis besos. Y al ponerte el abrigo pensases en mis abrazos.
Y entonces, al salir de casa rumbo al trabajo, te dijeras extrañada “qué me está pasando”, y fuera yo lo que te pasase.
¡Muy bueno todo! Me gusta mucho ese sabor de café que es un beso y ese abrigo que es un abrazo y sobretodo, esa frase que iguala lo que le pasa con el poeta.
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