lunes, 15 de abril de 2013

Él y yo

El escritor es el que trasciende de los textos escritos. La figura fantasmal que va formándose en nosotros a partir de la lectura, y adquiriendo nuevos detalles a medida que leemos su obra más profundamente.  El hombre, es el que pone la mano para escribir, y, naturalmente el cerebro, la parte física, pero sin llegar a confundirse con aquel. El hombre muere, y lo que queda son los libros de los que sigue trascendiendo el escritor ya para siempre. Por eso distingo entre Riforfo y Ricardo.

Riforfo Rex
Yo soy Riforfo Rex, no R. La gente nos confunde porque yo uso sus dedos para escribirme, pero él no es yo, qué más quisiera. Todo cuando está consignado aquí habla de mí, no de él. ¿Cómo es él? Solo quien le conoce sabe algo de eso. Solo algo porque ni él mismo lo sabe todo.

R.
Desde ese punto de vista no puede llamarse mentira a todo lo consignado aquí. Tampoco verdad. Sólo ficción, que permanece en un punto intermedio entre ambas, unas veces alejándose más de una, otras veces aproximándose más a la otra. Que cada uno se forme su juicio porque ni yo mismo sé qué pensar a veces de todo esto. En ocasiones quisiera adoptar la personalidad de Riforfo completamente y en otras lo miro como a un ser repelente, untuoso, llorica que quiero apartar de mí cuanto más mejor.

Riforfo Rex
Me usa como escudo. Reniega de mí cuando padezco, cuando hago que padezco o cuando me ridiculizo. Y me envidia cuando soy grande, chispeante, ingenioso, o inteligente, si es que consigo ese estado alguna vez. Aunque, para ser justos, tampoco tiende a atribuirse los méritos.

R. Es inevitable que algo nos una, al fin y al cabo él usa mis recursos. Que compartamos gustos, disgustos; que él esté triste cuando yo peno y que cuando no, esté más alegre, aunque no necesariamente. Pero no soy yo. Tal vez un modelo de mí, es decir, un yo despojado de muchas características, un yo esquemático.

No pueden, tal vez, separarse, el escritor y el hombre, y en ese sentido son el mismo, sin uno no existiría el otro. El escritor es solo personalidad, no persona, en cambio el hombre es persona y además personalidad, porque él tiene una concepción de sí mismo,y los otros la tienen también de él por sus actos y su palabra, distinta en los detalles aunque  haya una esencia común para todos (¿no compartimos un noventa y pico por ciento de genomas con los monos?, la diferencia está en los detalles)

Asumamos que siempre se admira al escritor, pero no siempre el hombre es tan admirable. Supongo que lo contrario también es cierto.

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