sábado, 13 de abril de 2013

Contraportadas rechazadas

1.Querido lector

           Este no es un libro de actualidad a pesar de la portada, y esta es su primera virtud. Se trata de un remedio tópico contra la crisis, un lugar donde esconderte por unos instantes de las feroces dentelladas de ese lobo con que últimamente acostumbran a asustarnos para que mantengamos prieta la manada. Este es el libro que estaría leyendo la oveja negra mientras el resto de las ovejas corren de un lado para otro a los gritos de los pastores y los ladridos de los perros para mantenerlas distraídas mientras, disimuladamente, las hacen desfilar hacia las estrechas pasarelas que las encaminan al matadero. Esta es la razón por la que la oveja negra, en lugar de beeee beeee, hace ja ja ja ja.


2.Querido lector

         Al igual que La Biblia, este libro está escrito a muchas manos pero todas guiadas por una única Entidad. Está compuesto de variadas historias, unas de carácter épico y otras de carácter reflexivo; unas se centran en un personaje mítico y otras tienen un propósito evocador del pasado.
          A diferencia de La Biblia, la entidad que nos guía no es Dios -aunque aparece en alguno de los textos-, sino La Literatura. También marca la diferencia que en este libro encontrarás un gran sentido del humor que por más que busques no van a hallar en aquel sobre valorado volumen -bueno, un burro que habla es gracioso, pero allí se lo toman como una revelación divina y se cargan el chiste-, por más líder de los bestseller que sea. Y, por último, aunque no menos importante, este libro es mucho más pequeño y más barato que casi cualquier Biblia.


3.Querido lector

       No te vamos a engañar como al emperador del cuento convenciéndote de que si no te gusta este libro es porque eres rematadamente tonto. Serías rematadamente tonto si en efecto compraras el libro por esa razón, y a nosotros, los autores de este libro, no nos gustaría que nos leyeran los tontos, no tenemos afán de lucro.


4. Querido lector

       Hasta justo el día antes de redactar esta contraportada, los autores éramos un grupo bien avenido. Una panda de alegres muchachos que compartíamos la común afición a los libros, y aún digo más, a su lectura, y, añado que no menos importante, a la ingrata labor de escribir y esperar que algún incauto nos leyera. Iba camino de una sólida amistad, la nuestra, con reuniones algunos viernes en cierto local de copas al que alude nuestra denominación como colectivo, donde departíamos sobre estos temas y algunos otros de carácter transversal, hasta que se incorporó una mujer al grupo y ya no pudimos hablar de mujeres como solíamos. Como quiera que estabamos un poco insatisfechos de que la nómina de lectores se redujera a nuestros cuatro nombres y la chica, decidimos expandir nuestras fronteras. Todo iba bien... hasta que nos planteamos redactar esta nota para la contraportada del libro. Aquel día... oh, aquel día. Yo culpo a la ginebra. Pero las cervezas que cayeron antes tampoco están exentas de responsabilidad. Y que ya todo el mundo conoce el ego soberbio de los que se pretenden escritores. Al principio todo era condescendencia y buenas palabras, pero a medida que nuestras sugerencias eran rechazadas, las palabras fueron endureciéndose, y poco más tarde ya lo duro no eran las palabras sino los puñetazos... En fin, unos eran más fuertes y otros eran más débiles, como en la selva, y como en la selva hubo que resolverlo. Es obvio que gané yo. No pienso recomendarte el resto de los autores de este libro, no valen nada. Pero te aseguro que solo mis textos valen el dinero que vas a pagar por ello. He intentado tachar con su propia sangre los nombres de los demás, pero aún así siguen manchando mis veinticinco ejemplares.

5 comentarios:

  1. Estimado señor Riforfo, antes de nada disculpe mi español. He leído su contraportadas rechazadas y hablado de ello con mi equipo lectoral. Estamos interesados en hacerle libros a sus contraportadas cuantos hagan falta. Por favor, contacte con nosotros urgentemente.

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  2. ¡ah!, don Claudio. No sabe cuánto me reconfortan sus palabras. Si no le importa le citaré ante los que rechazaron mis propuestas de contraportada por considerarlas inadecuadas "poco serias", "excesivamente audaces", etc...

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  3. Estimado Riforfo:
    No debe precipitarse al canto de sirenas que no pronuncian bien las erres. En este país innombrable no falta una editorial, la nuestra, que aprecie sobremanera su quehacer literario y esté dispuesta a encumbrarle a donde usted, sin duda, se merece.
    Llevamos años publicando volúmenes que son en su integridad impresentables. Con usted sabemos que, al menos la contraportada, es una obra literaria sin tacha ni parangón. Discutiríamos que relleno poner a su fabuloso hojaldre. No deje de contactar con nosotros haciéndonos llegar la oferta que pudiera presentarle el señor C. Gallimard. Es nuestro ánimo tratar de mejorarla.

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  4. Sabía que este momento llegaría. Me pondré en contacto con usted en cuanto el señor don Claudio manifieste la cuantía de su interés. Aunque no tengo afán de lucro, tampoco es cuestión de hacer el tonto, ¿no cree usted?

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  5. Queridísimo Riforfo:
    Desde que Bolaño nos dejó no había respirado los aromas de la literatura pura que exhalan sus contraportadas. Para que no crea que somos una oferta más de las que últimamente se le ofrecen y considere la altura que nuestra compañía le proporcionaría le diré que hemos puesto ya a un equipo de creativos a estudiar de qué manera dispondríamos físicamente los volúmenes para que sus contraportadas tengan todo el protagonismo que se merecen. La propuesta más audaz, de momento, es ponerle al libro cuatro lomos, en vez del único habitual. Así el contenido del volumen no distraería la lectura de la solemne completitud de sus insuperables contraportadas.

    Afectuosamente suyo, se encorva a pesar de la edad

    J. Herralde

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