Esa sensación de haber estado soñando, fantaseando con algo,
y, de repente, encontrártelo ahí, frente a ti, al alcance de la mano, real,
vivo, y que no puedas alcanzarlo, que no tenga nada que ver contigo, que te
ignore completamente o, al menos, que no te tenga a ti como tú lo has tenido
todo el tiempo; esa sensación de frustración, de fraude, de desesperación por
lo inexplicable: esa sensación es mentira, es falsa. Todo en la mente es falso.
Estar escribiendo esto para tratar de atrapar esa sensación es estar tratando
de inventarla. ¿Cuál es la verdad? La verdad es lo aparente. Lo que es. Todo lo
demás es vestido. Ropajes de fantasía con que vestimos la fría, esquelética
realidad que no tiene vuelta, que solo es lo que es. Una piedra que cae es una
piedra que cae, la Ley de la Gravitación Universal es un adorno. A veces el
adorno favorece. A veces nos hace enredarnos y no avanzar (¿hacia dónde?) Quien
admite esto vive, padece, vota, se procura el sustento y no se pregunta nunca si es feliz. (“donde hay
vino beben vino, donde no hay vino, agua fresca”) Quien no, vive, padece, vota,
se procura el sustento y se da de cabezazos contra muros invisibles, se rasga
el pecho y llora por los rincones, sufre momentos de suprema angustia y vive
instantes de iluminación. Y al final de sus días se arrepiente profundamente de
no haber alcanzado todo lo que soñó. Se le hace corta la vida aunque quiera
morirse todo el rato, porque lo que se le hace es demasiado estrecha la vida.
Demasiadas aspiraciones, anhelos, sufrimientos vanos, lamentos de actores extendiéndose por la cavea de los viejos teatros. Lo único real es el picoteo diario y saber que cuando dejemos de poner huevos una mano alta, como de dioses, nos retorcerá el pescuezo.
ResponderEliminarÚltimamente este blog se está convirtiendo en un puñetero baile de máscaras. Supongo que no me extraña porque el autor es un machango.
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