lunes, 7 de enero de 2013

Álvaro Mutis y Maqroll el Gaviero

En los libros de Maqroll el Gaviero, Álvaro Mutis me recuerda a Onetti y a Joseph Conrad. Es una especie de fusión de ambos. De ambos tiene la profundidad de los personajes siempre cavilosos, extrayendo conclusiones generales para toda su vida de los hechos concretos que les van aconteciendo y sus reacciones ante ellos. De Oneti particularmente creo que un conjunto de frases muy acertadas y un cierto espíritu derrotado de los personajes -que también está en Conrad- que al mismo tiempo no se dejan derrotar, y de Conrad en particular, los ambientes aventureros, el ámbito espacial por el que se mueven los personajes que abarca el mundo entero (aunque los de Conrad andan siempre por los llamados Mares del Sur)

Las citas que siguen son de La Nieve del Almirante. Yo no subrayo los libros. Es una especie de pudor, al mismo tiempo que una convicción de que si lo subrayo, el subrayado me va a condicionar la siguiente lectura, es decir, que el subrayado fija la lectura y malogra la multiplicidad del libro. Bueno, de los libros que tienen multiplicidad de lecturas. En cualquier caso yo no subrayo, anoto en libretita aparte:


… caigo en la cuenta, de repente, de que a mi lado ha ido desfilando otra vida. Una vida que pasó a mi vera y no lo supe. 

La mujer, como las plantas, como las tempestades de la selva, como el fragor de las aguas, se nutre de los más oscuros designios celestes.

El cielo está a la vista durante buena parte del día y, en la noche, las estrellas, con la cercanía familiar que las distingue en la noche ecuatorial, despiden esa aura protectora, vigilante, que nos llena de sosiego, al darnos la certeza, fugaz, si se quiere, pero presente en el reparador trecho nocturno, de que las cosas siguen su curso con la fatal regularidad que sostiene a los hijos del tiempo, a las criaturas sumisas al destino, a nosotros los hombres. 

El sentido que se embota primero a medida que la vida se nos viene encima es la piedad.

…cuando empiezan los obstáculos de una realidad que había ido ajustando engañosamente a la medida de mis deseos.

La familiaridad con el irse muriendo como oficio esencial de cada día.

“demencia mineral”

Como la acción de una droga ignorada que tuviera el poder de conceder una felicidad sin sombras.

A veces pienso, con desolado furor, si no será que la encontré cuando ya era tarde, cuando ya no estaba preparado para manejar esa fuente de saludable dicha, cuando ya había muerto en mí la respuesta adecuada para prolongar semejante estado de bienestar.

Uno más de los ámbitos que tiene que recorrer el hombre para cumplir su tránsito por la Tierra y estar a salvo del suplicio de morir con la certidumbre de haber habitado un Limbo, a espaldas del soberbio espectáculo de los vivos.

Pensar en ello me causa un fastidio mezclado con la paralizante culpabilidad de quien se sabe ya al margen del asunto y solo está buscando la manera de liberarse de un compromiso que emponzoña cada minuto de su vida.

Uno de esos ejercicios donde no son las palabras las encargadas de comunicar lo que queremos, más bien sirven de obstáculo y distracción.

Es muy malo cuando se vive la vida haciendo el papel que no era para uno, y peor aún es descubrirlo cuando ya no se tienen fuerzas para remediar el pasado.

Qué complicado es todo. Cuántos tumbos en un laberinto cuya salida hacemos lo posible por ignorar, y cuántas sorpresas, y luego cuánta monotonía al comprobar que no han sido tales, que todo lo que nos sucede tiene el mismo semblante.

Hay una aridez a la que es mejor no acercarse. Está en nosotros y es mejor ignorar la extensión que ocupa en nuestra alma.

Un espejismo edificado con cientos de rumores.

Algo comenzó a dolerme allá dentro. Era el trabajo de una pena que tardará mucho tiempo en sanar. 

No cabe duda de que lo que uno subraya o anota de un libro habla mejor de sí mismo -en muchas ocasiones- que uno mismo, pues, como se dice por ahí, a veces las palabras no son las encargadas de comunicar lo que uno quiere... y, sí, son palabras, igualmente, pero ahora mismo me refiero al acto de escoger. Esta selección tal vez no habla de mí, sino de cómo quiero ser, de cómo me gustaría sentir y pensar. Porque de lo que soy cada vez tengo más dudas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario