sábado, 22 de diciembre de 2012

Atis Tirma (II)

El joven Tazarte, caudillo de los canarios, al observar que la mayor parte de los suyos seguía el dictamen de un cobarde, abandonando la salud de la patria, arrebatado de dolor y de frenesí, corrió al borde del célebre risco Tirma, de Gáldar y, clamando en voces muy altas ¡Atis Tirma!, se precipitó al mar. (Viera y Clavijo)

Ante las súplicas de Fernando Guanarteme de que se entregaran a los castellanos sin lucha, y después de haberles vendido la moto de que serían tratados como hombres libres:

Todos arrojaron al aire sus magados, dardos y tabonas e, hincados de rodillas, llamaron a don Fernando Guanarteme para ponerse entre sus manos. Pero así que observaron Bentejuí y el faican de Telde tan extraordinaria revolución, se abrazaron fuertemente el uno con el otro y se precipitaron desde la eminecia de Ansite, repitiendo la regular exclamación: ¡Atis Tirma! (Viera y Clavijo)

Así acabaron nuestros últimos defensores. ¡Qué tiempos! Ya no volverán. Yo mismo me hubiese echado a los pies de don Fernando Guanarteme, antes Tenesor Semidán, o tal vez mucho antes hubiera servido de intérprete traidor, como Juan Mayor, que morir de valor.



Nuestos niños eran duros de verdad aún sin estar poseídos por los furores de la guerra: 
Guanhaven y Caitafa dieron también a Canaria otro espectáculo terrible. Estos bárbaros se desafiaron a lucha en unos regocijos públicos y, habiendo combatido algunas horas sin que por ninguna parte se notasen ventajas, le dijo Guanhaven a Caitafa con voz firme: "Eres valiente, y nadie te lo puede negar, pero creo que no serás hombre para hacer cuanto yo hiciere". Caitafa, altamente picado de semejante propuesta, prometió seguirle sin pavor a donde quisiese llevarle. Marchan ambos campeones, enajenados y poseídos de furor. Llegan a la cumbre del Tirma, por la parte del mar: despéñase al agua Guanhaven, y despéñase Caitafa tras él con igual entusiasmo.(Viera y Clavijo)
¡Qué distinto de la picardía -a la que me temo que me adscribo completamente- de George Brassens!
Cuando el día del triunfo llegó
como todos los demás habían reventado
solo yo conocí el deshonor
de no haber muerto en el campo de batalla

No hay comentarios:

Publicar un comentario