Es curioso que, una semana que falta
para el fin de las vacaciones me parezcan un suspiro, y esta semana
que acaba de transcurrir me parezcan tres años. El hombre es la
medida de todas las cosas dicen que dijo un tal Protagoras o
Protágoras. Aunque era un sofista -y a mí los sofistas, que, seguro,
eran unos tíos muy simpáticos, no me caerían muy bien, porque
vendrían a ser como los personajes mediáticos de la televisión de
hoy -, creo que -aunque luego él lo utilizara arteramente para salirse
con sus razonamientos- en esto tenía razón. Todo lo que ocurre
ocurre porque nosotros hacemos que ocurra. Para que nada ocurriese
bastaría con “cerrar los ojos”, lo mismo que cerrando los ojos
todo desaparece. Y ahí me las den todas si me vienen los
objetivistas a decirme que soy tonto, y que todo sigue ahí, solo que
yo no lo estoy mirando. Otra cosa es nuestra incapacidad de
entrenamiento para “cerrar los ojos”, en eso seguimos siendo los
animalitos que somos y nuestro desarrollo evolutivo debería ir por
ese lado: por desarrollar las capacidades para no ver lo que no nos de
la gana ver y ver solo lo que queramos. No sentir lo que no queramos
sentir pero sí lo que sí queramos. Y así con todo. ¡Qué guay!,
¿no? Hay quien teme que ese sería un mundo muy... no sé, mecánico,
como demasiado perfecto, pero yo no. El hombre seguirá siendo el
desorden que es, y ese desarrollo, como los constantes remozos que le
hago a mi pared del salón para cubrirle las humedades, para lo único
que servirán es para que la humedad trepe un poquito más arriba,
pero termine saliendo igual por alguna parte. Pero, oye, durante un
tiempo mantenemos la pared en un estado de revista. Hasta que demos,
algún día, con la solución final contra las humedades del hombre. O el hombre acabe consigo mismo de una vez para siempre y ¡chinpón!
Pues no, las críticas no te van a venir de los objetivistas, sino de los del extremo opuesto. Ese deseo que tu describes es la condición natural en la que vive el hombre. Sólo vemos lo que queremos ver, casi todo lo interpretamos en clave de refuerzo de nuestros propios anhelos o miedos, y el marco de referencia de nuestro deambular son los sueños,... y también las pesadillas.
ResponderEliminar¡Enhorabuena! Tu paraiso existe y está ya aquí hace mucho.