sábado, 25 de agosto de 2012

El hombre es la medida de todas las cosas


Es curioso que, una semana que falta para el fin de las vacaciones me parezcan un suspiro, y esta semana que acaba de transcurrir me parezcan tres años. El hombre es la medida de todas las cosas dicen que dijo un tal Protagoras o Protágoras. Aunque era un sofista -y a mí los sofistas, que, seguro, eran unos tíos muy simpáticos, no me caerían muy bien, porque vendrían a ser como los personajes mediáticos de la televisión de hoy -, creo que -aunque luego él lo utilizara arteramente para salirse con sus razonamientos- en esto tenía razón. Todo lo que ocurre ocurre porque nosotros hacemos que ocurra. Para que nada ocurriese bastaría con “cerrar los ojos”, lo mismo que cerrando los ojos todo desaparece. Y ahí me las den todas si me vienen los objetivistas a decirme que soy tonto, y que todo sigue ahí, solo que yo no lo estoy mirando. Otra cosa es nuestra incapacidad de entrenamiento para “cerrar los ojos”, en eso seguimos siendo los animalitos que somos y nuestro desarrollo evolutivo debería ir por ese lado: por desarrollar las capacidades para no ver lo que no nos de la gana ver y ver solo lo que queramos. No sentir lo que no queramos sentir pero sí lo que sí queramos. Y así con todo. ¡Qué guay!, ¿no? Hay quien teme que ese sería un mundo muy... no sé, mecánico, como demasiado perfecto, pero yo no. El hombre seguirá siendo el desorden que es, y ese desarrollo, como los constantes remozos que le hago a mi pared del salón para cubrirle las humedades, para lo único que servirán es para que la humedad trepe un poquito más arriba, pero termine saliendo igual por alguna parte. Pero, oye, durante un tiempo mantenemos la pared en un estado de revista. Hasta que demos, algún día, con la solución final contra las humedades del hombre. O el hombre acabe consigo mismo de una vez para siempre y ¡chinpón!

1 comentario:

  1. Pues no, las críticas no te van a venir de los objetivistas, sino de los del extremo opuesto. Ese deseo que tu describes es la condición natural en la que vive el hombre. Sólo vemos lo que queremos ver, casi todo lo interpretamos en clave de refuerzo de nuestros propios anhelos o miedos, y el marco de referencia de nuestro deambular son los sueños,... y también las pesadillas.

    ¡Enhorabuena! Tu paraiso existe y está ya aquí hace mucho.

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