Esta canción hay que escucharla de madrugada, en un tono muy bajo, muy bajo. Mezclada con el ruido ese que entra por la ventana que semeja el leve rumor de los engranajes que mueven el mundo. Mientras uno trata de escribir eso que lleva en el corazón (como la carta que promete el poema de Miguel Hernández) y que nunca sale, nunca. Pero ya saldrá... ya saldrá.
Escribir. Ahí tiene que estar la clave. Dar con la expresión adecuada... ¿para qué?... no sé para qué. (No hablo de amor, aunque la canción sí. Pero tampoco sé de qué hablo)
A lo mejor hasta ya ha salido, amigo mío, vete tú a saber...
ResponderEliminarHay que escibir. ¡Y que se jodan!
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