martes, 17 de abril de 2012

Casas dados ángeles relojes


Casas dados ángeles relojes
Me encanta esta secuencia. La acabo de descubrir en el diccionario de chino. Son ejemplo de cómo se cambian los sustantivos de singular a plural. Me gusta el azar con que están unidas la falta de relación entre ellas. Dan ganas de escribir una historia que las relacione.

Se puede imaginar una casa llena de relojes. El sonido de los relojes que se confunde con el de los dados. Dos ángeles juegan a los dados el destino de los hombres. Los relojes simbolizan el tiempo, los dados el azar, los ángeles la divinidad y la casa, la estancia divina. Todo muy simbólico muy a lo Ingman Bergman. Hagamos que, de pronto, todos los relojes se paren. Se detiene, de pronto, el sonido de los miles de relojes que pueblan las paredes de la habitación. Aún suenan una o dos veces los dados. Pero uno de los ángeles nota que algo raro ocurre, y, a su turno, queda con la mano en el aire:
-¿Qué pasa?-pregunta el otro-tira, que en esta me lo llevo todo, estoy de racha.
-No sé. Algo pasa... Escucha
-¿Que escuche qué? No se oye nada.
-Eso, nada.
Y ambos se miran. Luego miran alrededor, a los relojes. Su rostro, al comprender lo que pasa, se transforma.
Tarde. La puerta estalla hacia adentro y una luminosidad lechosa ciega el otro lado. Los dos ángeles se levantan y se apartan de la mesilla donde estaban jugando, alejándose de la puerta. Miran avergonzados al suelo.
Sus alas, hasta ese momento blancas, mudan a negras, un negro triste, ceniciento. El miedo puebla sus rostros y todo su aspecto. Uno de ellos se arrodilla, llora, se desgañita, suplica; el otro, orgulloso, sigue en pie. Luego, apartando a su compañero con un gesto de desprecio, avanza hacia la puerta, trágico, y desparece por ella.

Fin de la escena.

2 comentarios:

  1. El relato parece que intenta describir el momento en que los dos ángeles se convierten en ángeles caídos, y su nueva condición me despierta una enorme simpatía por ambos, por el humillado y el orgulloso.

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